Sucumbió nuestro árbol
Fue demasiado para nuestro viejo árbol. El Laurel de la India que fue plantado por mi estimada suegra hace más de 50 años adquirió una admirable robustez y belleza, sufrió dos heladas históricas que lo abatieron siendo la última, la del 4 de febrero de 2011, la que le dio la puntilla.
Nuestro Torreón, después de febrero del año pasado presentaba un aspecto de verdadero desastre ecológico: el 90 por ciento de las especies arborícolas que constituían el patrimonio forestal de nuestras calles y avenidas se convirtió en tristes figuras grises y oscuras que evidenciaban el fuerte daño que causó tan intenso fenómeno meteorológico.
Fue una pérdida sumamente lamentable y que creíamos irrecuperable. Laureles de la India, Pingüicos y Palmas Reales, muy abundantes en nuestra ciudad fueron los aparentemente más afectados.
Sin embargo, a través de los meses hemos sido testigos de una recuperación asombrosa de las palmas, los pingüicos, las distintas especies de cítricos y algunas otras.
La naturaleza ha obrado prodigiosamente, pero desgraciadamente no en todas las especies radicadas en la región.
Los llamados Laureles de la India también iniciaron una esperanzadora recuperación, pero a través de los meses hemos observado que sus ramas no han desarrollado normalmente sino que presentan un estancamiento incierto.
Los de la Plaza de Armas por ejemplo, lamentablemente no han tenido el desarrollo esperado.
En el caso de nuestro árbol que se vio afectado en un cien por ciento, el mismo nos hizo guardar esperanzas de recuperación porque como casi todos los demás, empezó a brotar prometedoramente desde las partes bajas.
Pero hace como un mes empezó a soltar toda la hoja generada en los meses pasados y apareció en el tronco la ominosa mancha negra bajo la corteza, característica mortal del daño ocasionado por la helada.
Nuestro árbol era un magnífico ejemplar arbóreo, pero finalmente fue incapaz de soportar los efectos de la calamitosa helada de febrero de 2011.
Ya lo podamos, pero su grueso tronco y sus robustas ramas principales quedarán como recuerdo aún por varios años.
Héctor Astorga.
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¡Me da tristeza!
Me da tristeza ver cómo mi ciudad es cada día destruida tanto por gente sin conciencia como por autoridades inconscientes de su obligación.
Dicen tener focalizados los problemas que hay en la ciudad y ¿qué hacen para resolverlos?
Veo en otras ciudades el despliegue de recursos humanos y económicos, ejemplo: Chihuahua, Aguascalientes, San Luis Potosí, y claro no podía faltar Saltillo, ¿por qué ahí sí tienen policías de 24 horas, agentes de Tránsito, sevicios públicos, y aquí en Torreón no tenemos ni de 4 horas?
Pobre mi ciudad tan hermosa en el ayer y en ruinas hoy.
Gracias señor Olmos y colaboradores por “rescatar mi ciudad”, para ser los que acaben de derrumbarla.
Ciudadano de Torreón que sí paga impuestos y cumple con sus obligaciones.
Bernardo Meraz.
