Hace unos días...
Hace unos días, Miguel F. Crespo decía en los Foros por la Paz*: “Coinciden algunos pensadores contemporáneos en señalar que, en la cultura occidental, nuestra condición del presente es la de ser “disponedores”: somos quienes disponemos de lo que nos ofrece ese gran almacén de recursos, al que llamamos mundo. Puesto de otra manera, somos en la medida en que disponemos. Ello quiere decir que aquellos que disponen de más, son más. Quienes, por el contrario, disponen de menos, apenas y son. Disponer significa tener el poder de decidir sobre el destino de los demás”. Como anillo al dedo. Algunos habrán notado que el paso a desnivel en Gómez Palacio conocido como 11-40 (por los kilómetros de una carretera federal), está siendo modificado pretendiendo evitar un “cuello de botella” que se provoca al pasar de tres carriles a dos por debajo de la vía del tren. La intención, en apariencia, es aumentar dos carriles (uno por lado) para que, basado en una simple aritmética, quepan más autos. Es inversión federal, se dice. Con el pretexto de que son recursos federales se dispone de ellos sin enterar de pleno conocimiento, ya no se diga a la ciudadanía, incluso al propio gobierno municipal de Gómez Palacio (en donde desconocen cómo quedará al final la citada obra). Tal situación es un pésimo ejemplo de la confusión que algunos tomadores de decisión tienen sobre la utilización de recursos públicos y su consecuente transparencia en todo el proceso, sea federal, estatal o municipal. De hecho (en el caso de la Presidencia Municipal de Gómez Palacio), no sólo no disponen de los recursos destinados para la obra sino que además, de forma inconcebible, son tratados inmerecidamente como desposeídos, negándoseles el acceso a la información más elemental. Igual o peor trato reciben (recibimos) los ciudadanos de a pie o los de bici. Además de poner en duda el aparente beneficio para la ciudad derivado del hecho de seguir privilegiando recursos públicos, en este caso federales, para seguir tirando dinero (que no invirtiendo) en más espacio para autos, es indignante la falta de consideración del Gobierno Federal y constructores, sobre todo de estos últimos, para servir con un trato amable y considerado a peatones, personas discapacitadas y ciclistas. A continuación, una breve crónica del desprecio contra los ciudadanos de segunda, los de primera van en coche. Día uno (por la mañana): Desviación para el tráfico de autos y camiones por la colonia El Campestre (no me detengo en detalles). La bici circulaba por la parte que había sido tapada por los anuncios de desviación, es decir, eran dos carriles libres por el desnivel en donde se rodaba sin problema. De igual forma para el peatón, pero para este último estaba el peligro de circular muy cerca de la maquinaria pesada. Por la noche: Oscuridad total en la parte baja del desnivel. Había maquinaria pesada, no era posible ver hoyos o algún otro riesgo difícil de considerar debido a la falta de iluminación. No quedaba otra opción más que cruzar de esa forma, la inseguridad fue evidente porque aumentó el riesgo de accidente o algún robo. Para la bici: extremar la precaución para evitar algún pozo. No se veían los hoyos hasta ya estar muy cerca de alguno; de igual forma creció el riesgo de toparse con algún maleante. Repítase lo anterior varios días. Agréguese que para la bici y el peatón cada día es más conflictivo porque se quita el asfalto viejo y caminar o rodar cada vez es más difícil. En esos mismos días y parte de esas misma noches la seguridad, la señalización, los agentes de tránsito, siempre han estado dispuestos para los que disponen: todos los que van circulando en auto (los de segunda que se las arreglen como puedan). Y la pregunta que pocos hacen: ¿al terminar la obra se contará con un paso digno y seguro para peatones y ciclistas? Más vale que sí. Eduardo Rentería. *Movilidad, poder y violencia: nuestra condición epocal, 10 de noviembre de 2012 en la Universidad La Salle Laguna.
Eduardo Rentería
Ciudadano de Torreón.
