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‘Cuenta tus bienes, no cuentes tus males’

Hasta ahora he comprendido el verdadero significado de la frase “cuenta tus bienes, no cuentes tus males”. Esta frase la escuche en un curso motivacional en los años noventas -yo, recién había superado los treinta años de edad- y en aquel entonces, suponía que al tenerla en mi repertorio verbal y llevarla a la práctica, era lo máximo y de alguna manera, me daba autoridad para compartirla con mis compañeros, amigos y familiares en cuanta ocasión creyera conveniente.

La verdad es que durante muchos años viví en el engaño. Yo; solo recurría a ella, cuando las cosas no funcionaban en mi vida, cuando algo salía mal; entonces yo trataba de reponerme pensando solamente en mis bienes, en mis valores, en lo positivo. Ahora casualmente me doy cuenta de mi error, no debí interpretarlo así.

La frase: “cuenta tus bienes, no cuentes tus males” debe ser un estilo de vida, un hábito, una buena costumbre, una imagen, un perfil que trascienda por generaciones, para sentirse uno mejor, pensar mejor, convivir mejor y producir mejor, para sobreponerse a la adversidad.

Y es simple, por la mañana alguien me saludó y me preguntó: ¿Cómo amaneciste? a lo que sin pensar contesté: “Bien, muy bien. Los últimos días no he podido dormir, he tenido fuertes dolores de cabeza, pero hoy al menos ya dormí un poco mejor, mañana ya estaré en condiciones de trabajar. Seguramente la visita de mi hijo, de su esposa y las gracias y las travesuras de mi nieto, hicieron que tuviera un sueño más tranquilo y reparador”. Hay quién a esta misma pregunta la contesta de manera negativa porque la transforma y la entiende así: ¿Cómo, amaneciste? “Pues amanecí, que ya es ganancia” o “casi muero, tengo fuertes dolores de cabeza, escalofrío y este malestar no me ha dejado dormir y para el colmo; tener que soportar la visita de mi chavo, de la nuera y las travesuras del cabrón mocoso, ufff”.

Alguien me saludó y me preguntó: ¿Y cómo te ha ido?, Yo contesto: “Muy bien, anoche me asaltaron, me quitaron las botas, la cartera, el reloj, el celular, pero lo bueno es que no me golpearon ni me lastimaron, ni un rasguño, solo el susto… muy bien. No sabes qué también me sentí al entrar de nuevo a mi casa, ser recibido con un abrazo y un beso de mi esposa, es lo mejor que reconforta, saber que regresas sano y salvo y que todos en tu casa están bien”. Pude contestar de manera muy diferente: “De la patada, anoche me asaltaron, se llevaron todo, me dejaron en la calle, la impotencia de no poder darles en la madre (por macho- no menciono el miedo); y para el colmo, ni un pinche policía”.

“Contar nuestros bienes y no nuestros males” nos ayuda a ver la vida de manera amena, sencilla y diferente, de manera positiva. Nos ayuda a disfrutar de las cosas buenas que tenemos a nuestro alcance y sobre todo, nos ayuda a reconocer la importancia de los seres queridos que nos aman.

Juan Antonio Aguilar Tello

Torreón, Coahuila.

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