Volviendo a casa
El título de la presente opinión es un símil de la hermosa melodía que interpreta Raúl Di Blassio y que para los amantes de la buena música, es una pieza musical digna de escucharse.
Hoy sin embargo deseo ilustrar con tal nombre, el regreso del PRI al Gobierno de nuestro país, después de doce años de ausencia, interrumpidos por dos sexenios de mandato panista, que nada tuvieron de alternancia y lo que es peor con seis años de frivolidad y desvergüenza y seis de cinismo obcecado y de legitimidad dudosa, que ahogaron a la sociedad en sangre, mayor pobreza y fraudes descarados.
Regresa el PRI a casa la que lo fue por 70 años durante los cuales dio un rumbo al país no siempre acertado, cometió toda clase de excesos, instauró un régimen cuasi imperial donde el presidente de la república era el monarca, los altos miembros de su partido su corte y la población sus lacayos.
Soy de los que conceden al nuevo primer mandatario, el beneficio de la duda, él sabe mejor que nadie que este país ha sufrido transformaciones profundas y que intentar un gobierno de estilo pricambrico no será la mejor opción.
Deberá actuar de cara a realidades tan tangibles como ineludibles tales como:
•Los casi 28 millones de mexicanos que no votaron por él, lo cual lo hace presidente de minoría, con sólo el 30% de los sufragios.
•La presencia en el ámbito político, de López Obrador y sus seguidores que no son una pera en dulce.
•Un gran número de prensa escrita y otros medios de comunicación, que no renunciarán fácilmente a la independencia conquistada.
•El papel de los jóvenes, las redes sociales y un importante número de organizaciones de la sociedad civil.
•Una sociedad mejor informada en su conjunto, con ideas muy claras sobre sus derechos.
•Un equilibrio político más proporcionado entre las diversas fuerzas que interactúan en la vida pública de México.
Tal es el reto que tiene ante sí el presidente y es de proporciones gigantescas, máxime si a tales realidades debe, como seguramente hará agregar los lastres heredados por los anteriores gobiernos, a saber:
•La pavorosa inseguridad, que con el enorme número de muertos, heridos y terceros perjudicados, más los cuantiosos recursos devengados en la lucha contra los criminales de todo tipo son un saldo más alto que el de algunas guerras civiles.
•La presencia asquerosa, grosera e insultante de la corrupción gubernamental, acentuada durante los últimos años.
•El crecimiento exponencial de la pobreza, donde el 55% de la población vive en indigencia en diversas escalas.
•El hartazgo que la sociedad entera tiene de: promesas gubernamentales, partidos políticos, clase gobernante, senadores, diputados, gobernadores y toda clase de parásitos.
•El gran déficit que la patria arrastra en materia de oportunidades de trabajo, acceso de los jóvenes a la educación, abusos intolerantes de una clase alta y las actitudes y comportamiento de líderes sindicales de todo signo.
•La expulsión sistemática de miles y miles de campesinos empobrecidos, hacia el vecino país del norte.
•El no contar con una mayoría calificada en ambas cámaras del congreso, lo cual obliga a tener acuerdos consensuados.
•La oposición que enfrenta dentro del propio PRI, donde la tentación de conservar privilegios es tan grande por parte de los dinosaurios, que harán cualquier cosa por descarrilar las buenas intenciones que pueda tener, si se afectan sus intereses.
Ese es el panorama más palpable entre otros, Peña Nieto lo sabe, se acabó la fiesta de la campaña, las concentraciones, los oradores y jilgueros, los besos, las fotos y los apapachos, queda sólo la realidad de un México que por siglos ha esperado su auténtica redención y su progreso, no podrán decir los agoreros de toda clase que el pueblo no ha hecho su parte, la hizo en las luchas de independencia, reforma, revolución y continúa diariamente sin rendirse, esperando que en el horizonte de México aparezca el líder que necesita.
Por cierto, también el PAN vuelve a casa, de donde nunca debió haber salido, la oposición, ésa fue su cuna, esa será seguramente su mortaja.
Leonardo Enrique Sánchez Tovar.
