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Frente ciudadano

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LUIS F. SALAZAR WOOLFOLK

El llamado Frente Común de Colonos de Torreón, ofrece un foro de participación ciudadana que a la luz de la problemática actual de nuestra ciudad, resulta indispensable.

La iniciativa proviene de la Asociación de Colonos de Torreón Jardín, agrupación de gran trayectoria a partir de haberse organizado en paralelo a una cooperativa de suministro de agua potable y drenaje, que funciona desde hace más de sesenta años.

El movimiento incluye a ciudadanos de Torreón Jardín, así como de otras nueve colonias e incluye un movimiento de ciudadanos de antiguos ejidos incluidos en la mancha urbana. La suma de esfuerzos se explica por la postración en que está nuestra ciudad, en servicios públicos y endeudamiento.

El aglutinante de última hora lo ofrece la amenaza de aumento del impuesto predial en las colonias de clase media, que los ciudadanos no aceptan debido a que la pésima calidad de los servicios que presta el ayuntamiento no lo justifica y en virtud de que el alcalde Eduardo Olmos y su equipo se empeñan en mantener en opacidad las finanzas públicas.

No faltan descalificaciones respecto a la participación de personas identificadas con partidos de oposición al desgobierno de Olmos Castro, lo que a juicio de algunos empaña el carácter ciudadano del movimiento y amenaza con desviarlo hacia objetivos político-electorales.

Creemos que tal descalificación es infundada, porque en una sociedad plural como la nuestra resulta discriminatorio y represivo impedir o siquiera limitar la participación de los ciudadanos en los movimientos sociales, con el argumento de que sostengan tal o cual ideología o enarbolen tales o cuales banderas políticas o partidistas.

La comunidad de Torreón es adulta y tiene la capacidad de integrar en la lucha social a líderes sin partido o del partido que fuere, sin mengua de la libertad de votar como cada quién desee a la hora de las elecciones. Los militantes de cualquier partido tendrán que respetar la forma de pensar de los demás participantes, so pena de sufrir repudio en caso contrario.

No es correcto establecer una línea de frontera entre el ciudadano y el político. A este respecto en el libro "México la Gran Esperanza" cuya autoría se atribuye Enrique Peña Nieto, en la página 48 menciona: "Se ha vuelto una práctica común referirnos a los ciudadanos y a los políticos como si fueran grupos de personas totalmente distintos, en oposición unos con otros, casi como si estuvieran en pugna... me parece que esta forma de expresión tan cotidiana está equivocada. De entrada los políticos también somos ciudadanos...".

Peña Nieto tiene razón y queda corto, porque el concepto de ciudadano está impregnado de sentido político; el ciudadano es el protagonista del quehacer público y participa en la conformación del poder al ejercer los derechos de votar y ser votado. Lo anterior implica que todos somos ciudadanos y quienes ostentan un cargo de elección también lo son en plenitud.

El oponer los conceptos "ciudadano" y "político", desarticula la relación sociedad-estado; frustra cualquier intento de cambio al reducir las posibilidades de mejoramiento a liderazgos idealizados concebidos fuera de la realidad o para decirlo en otras palabras, a esperar que la solución de nuestros problemas venga del cielo. Solo nosotros, los ciudadanos de carne y hueso de cualquier ideología o modo de pensar, de equis partido o sin partido, somos los responsables de que las cosas mejoren o se pongan peor de lo que están.

La dialéctica de oposición entre "ciudadano y político" proviene de una visión perversa empeñada en alejar de la participación cívica y política al ciudadano común y descalificar toda exigencia en materia de transparencia y rendición de cuentas. En Torreón y en Coahuila hemos visto que una y otra vez, los malos gobiernos locales que padecemos, en lugar de responder a los cuestionamientos que se les hacen, eluden la respuesta y replican etiquetando de panista o perredista a todo aquel que alce la voz.

Los problemas que enfrentan nuestra Ciudad y Estado son de una gravedad crítica, su atención es urgente y en ello nos jugamos nuestro futuro y el de nuestros hijos. Estamos obligados a generar una respuesta a la medida, y a ella debemos contribuir ciudadanos y políticos, sea cual fuere nuestra forma de pensar, preferencia partidista o relación frente al el poder público.

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