‘Fue inigualable’: Francisco Belman Paredes
Por: Enrique Rivera.
“Valió la pena… en estos momentos me siento muy feliz. Nunca lo había visto y alguna vez soñé con verlo en vivo… hoy se me hizo realidad”, fueron las palabras de Francisco Belman Paredes, después de ver al Papa Benedicto XVI.
Oriundo de Irapuato, Francisco y su esposa Marina Rosales llegaron a León desde las 9 de la mañana de ayer.
Al arribar a la ciudad, de inmediato buscaron el lugar donde presenciarían el paso de Su Santidad. Justo frente al Hotel Hotsson, en medio del camellón decidieron esperar.
A las 5:45 de la tarde y después de varias horas, el señor Francisco miraba detenidamente una pequeña televisión de su vecina de lugar. El Papa ya venía en camino.
Porras, gritos y aplausos envolvían al fresero y lo ponían de nervios; miraba de un lado a otro, sonreía con las porras y ocurrencias de los jóvenes que cuidan la zona.
Su esposa era de las más animadas, “¡a la bio… a la bao… a la bim, bom, ba… Benedicto, Benedicto… ra, ra, ra!”, gritaba a todo pulmón mientras que don Francisco sonreía y le aplaudía.
Esperaba a Benedicto XVI vestido con pantalón gris y una playera blanca, además de zapatos negros y brillantes, dos globos amarillos con la imagen del Papa y unos lentes negros, así esperaba a Su Santidad.
A las 6:05 de la tarde un grito de ‘¡ahí viene!’ hizo a todo mundo levantarse de su lugar, don Francisco apretó con sus manos la cuerda que limitaba el espacio para todos los feligreses.
Lloró, aguantó empujones y siguió el papamóvil sin parpadear… su esposa lo abrazó y recargó su cabeza sobre su hombro.
Las porras de “¡Benedicto… hermano… ya eres mexicano!”, le hicieron tomar aire y con un beso en la frente tomó a doña Marina de la mano y comenzaron a caminar hacia la Calzada de los Héroes, felices por haberlo visto.
Un sueño más se ha cumplido, fue sólo un instante… pero a la palabras de don Francisco, fue una experiencia “inigualable”.