Las Chivas no pudieron llevarse los tres puntos de La Corregidora y empataron a cero con Gallos Blancos. (Jam Media)
Aplaudió intensamente a sus jugadores. No tenía de otra, pese a que la mueca dibujada en el rostro delató la insatisfacción que experimentaba.
Ignacio Ambriz metió las manos en los bolsillos de su saco y se enfiló hacia el vestuario. No, ahí tampoco halló ese trébol de cuatro hojas que acompañó al Guadalajara durante las más recientes semanas.
Ironías del futbol. Desde aquella dramática victoria sobre el Santos Laguna (2-1), el de ayer era el primer partido en el que las Chivas lucían favoritas. Ocasión ideal para alargar una racha abruptamente terminada con el rocoso 0-0 que reflejaron los vetustos marcadores electrónicos del estadio La Corregidora.
No hubo desquite frente al conjunto que despedazó sus sueños hace cuatro meses, cuando los rojiblancos soñaban con dar la vuelta olímpica. Recuerdo ya borroso, debido al inestable torneo de un plantel que volvió a su realidad.
Eso explicó la resignación irradiada por el estratega visitante. El Rebaño Sagrado gobernó la segunda mitad, mas fue incapaz de horadar la portería defendida por Sergio García.
Dulce presentación en el máximo circuito para el meta formado en el Guadalajara. Carlos Fierro y Antonio Salazar no laceraron la amistad y erraron claras opciones de gol. Pequeños sobresaltos en un encuentro caracterizado por los desaciertos y el nerviosismo. Digno de dos equipos para los que la Liguilla es más utopía que aspiración. Mucha intensidad para tan poco talento. Demasiado fuelle y nula imaginación.
El "Matute" y Luis Michel tuvieron una tarde bastante tranquila. El debut resultó positivo para el arquero de unos Gallos Blancos con aroma jalisciense. En su regreso al hogar queretano, Ángel David Comizzo echó mano de seis futbolistas con pasado rojiblanco, además de la inclusión de Mitchel Oviedo durante el complemento. Gigantesco interescuadras que terminó sin muchos daños futbolísticos.
