Seguramente usted ya está enterado: estamos entre los líderes en gordura.
La OMS afirmó que 1,200 millones de personas en todo el mundo tienen problemas de sobrepeso y obesidad; el 55% de la población adulta, presenta sobrepeso y el 22% es obesa.
México, aporta 80 millones y en conjunto, con el sobrepeso, la prevalencia nacional es de alrededor de 70% para ambos géneros: 71.9% en mujeres y 66.7% en hombres, 31.85% de los adolescentes entre 12 y 19 años y 26.35% de los niños de 5 a 11 años.
La obesidad infantil es un serio problema de salud en México, habiendo más de 4 millones de niños que sufren obesidad -uno de cada cinco - ocupando el cuarto lugar, sólo superado por: Grecia, Italia y Estados Unidos.
Pero aún hay más: los laguneros somos gordos entre los gordos, así que al negarnos el primer lugar en inseguridad -ya que no suman a las ciudades hermanas y las separan para unirlas a los estados federales a que pertenecen- sí nos reconocen nuestra obesidad.
Somos gordos por la mala alimentación, sometidos con la complacencia de las autoridades, que permiten, por nuestra ignorancia, nos ceben con alimentos chatarra, a los que fingen combatir en campos de batalla donde no se gana la guerra. Como siempre, relacionando los intereses particulares, que saben bloquear acciones de beneficio general.
Así pasamos a formar parte de los esclavos del siglo XXI; humanos condicionados, sin tener la plena conciencia del abuso, para consumir y comprar cosas innecesarias; entre ellas las grasosas papitas, golosinas, dulces elaborados con las azúcares más intensos y dañinos, refrescos embotellados con altas cantidades de carbohidratos, sin contar aquellos alimentos chatarra conocidos como parte de la "proteína T" de: tacos, tostadas, tamales y demás tentaciones.
Somos gordos porque así conviene a la industria de la explotación alimentaria, enquistada en la sociedad de consumo a la que vivimos atados y que en EUA, cuesta 15 millones de dólares al año en programas de salud.
Recuerde los experimentos del Dr. Iván Pavlov, fisiólogo, autor de la Teoría del Condicionamiento; en pocas palabras: estimulaba a perros para que aprendieran a sonar un timbre y recibir comida, hasta llegar al momento en que con accionar la citada alarma, los pobres animales salivaban hasta babear y liberaban ácidos gástricos para digerir el supuesto alimento que habrían de recibir.
Lo que no nos permiten descubrir es que a nosotros, particularmente a los menores, nos mantienen estimulados permanentemente, con mayor sutileza: la de la tecnología mercadotécnica maliciosamente aplicada.
Le pido ponga atención a los anuncios panorámicos que están saturando y contaminando visualmente a nuestras ciudades, en ellos encontrará múltiples ejemplos de lo que le escribo.
Cuando entre a su casa, observe a los televidentes familiares y dese cuenta de los apabullantes mensajes a que inconscientemente son sometidos, -recibimos casi 7,000 impactos por anuncios de televisión- hasta quedar condicionados para desear consumir alimento chatarra.
Reconozca que los comerciales están bien hechos, orientados a que los televidentes compren y consuman calorías que ayudarán a que desarrollen patológicas "llantitas" y gordura corporal general. Descubra que los modelos ¡no son obesos! y por el contrario, tienen buena apariencia corporal: vil engaño.
En la misma proporción que consumimos, hay empresarios que engordan sus carteras y funcionarios públicos que, cínicamente, declararán guerras contra el mal comer y enfocan su artillería a las "tienditas de las escuelas". ¿No conocerán lo que carga una mochila de adolescente?
Para nuestro consuelo -refiriéndome al refrán popular- hay otros menores, que sufren peor esclavitud y que ni alimentos chatarras reciben; son algunos niños y adolescentes de la República del Congo, que aún trabajan prolongadas jornadas en las minas, -en peores condiciones que los mineros coahuilenses- con el propósito de extraerle a la tierra un mineral codiciado: el Coltán.
El Coltán es una mezcla de los minerales Columbita y Tantalita; de color gris metálico oscuro y muy escaso en la naturaleza, utilizado en casi la totalidad de dispositivos electrónicos. De ahí su alto valor en el mercado.
Para obtenerlo, según denuncias en los medios, los propietarios de minas explotan a los niños y jóvenes, hasta que mueren por fatiga, inanición o enfermedades pulmonares. Son esclavos del siglo XXI, violentados en forma grotesca.
Seguramente usted ya encontró la relación: los obesos estamos siendo sometidos al acondicionamiento para comprar y comer alimento chatarra y somos esclavos de la mercadotecnia abusiva, que no tiene controles efectivos, ya que existen profundos intereses que lo impiden.
Es importante que tengamos conciencia de ello y que, a partir del conocimiento, evitemos caer en las tentaciones y limitar la posibilidad de padecer enfermedades como la diabetes, hipertensión, hipercolesterolemia, aumento de triglicéridos en sangre, enfermedades cardiacas y del sistema circulatorio, sólo por mencionar algunas; todas favorecidas por la gordura. ¿Le parece que exagero?
ydarwich@ual.mx