Hace siete años, en 2005, un grupo de escritores laureados y muy reconocidos, reunieron en un libro sendos textos en relación con una de sus grandes pasiones: el beisbol. La selección de esos textos estuvo a cargo de Vicente Leñero y Gerardo de la Torre y la publicación lleva por título Pisa y corre. Beisbol por escrito.
El libro, una verdadera delicia para el aficionado a la pelota, incluye trabajos, además de los dos ya mencionados, de Eduardo Lizalde, Alberto Blanco, Raúl Renán, Sergio Ramírez, Francisco Hernández, José Agustín, Jomi García Ascot, Eliseo Alberto y Daniel Sada. Lamentablemente, el recién concluido 2011 se llevó para siempre a los dos nombrados al final, el 31 de julio a Eliseo Alberto y el 18 de noviembre a Daniel Sada. Se fueron a los 59 y 58 años, respectivamente, edades que para los estándares actuales no se pueden considerar como avanzadas. Casualmente ambos por problemas renales.
Eliseo Alberto, hijo del gran poeta Eliseo Diego, nació en Cuba en 1951. Según la nota biográfica escrita por Vicente Leñero para el libro, fue el año en que "Dodgers (entonces de Brooklyn) y Gigantes (a la sazón de Nueva York) jugaron tres partidos extra para dirimir el campeonato de la Liga Nacional. Los Gigantes ganaron el banderín y en la Serie Mundial cayeron ante Yanquis por cuatro juegos a dos".
Cubano pues, Eliseo Alberto llegó exiliado a nuestro país en 1990 y diez años después se naturalizó mexicano. Adquirió fama en 1998 al ganar el premio internacional Alfaguara de novela por su obra Caracol Beach, si bien él mismo consideró siempre como su trabajo más importante Informe contra mí mismo, en el que narra cómo la seguridad del Estado cubano le ordenó que hiciera un informe contra su propia familia, texto del que sin pedantería solía decir que "si soy recordado alguna vez va a ser por esta obra". De ésta incluye Pisa y corre un fragmento del capítulo VIII, del que a su vez son una porción las líneas siguientes:
"Pocas semanas antes de ahorcarse con un alambre de perchero en el baño de su casa, el notario Ángel Montoya me comentó que el beisbol era el pasatiempo nacional de los cubanos porque cada situación del deporte acababa teniendo una clara semejanza con algunas circunstancias de la vida, en especial con esas encrucijadas que nos tiende el destino y que a la larga terminan por colocarnos en tres y dos, es decir, al filo tajante del abismo. Y conste: cosa rara, estábamos hablando de política".
Daniel Sada, el otro escritor que se nos fue, nació en Mexicali en 1953, el año en que "los Bravos de Boston abandonaron esta sede para jugar en Milwaukee, donde permanecieron hasta 1965; desde 1966 -dice su nota biográfica del libro- los Bravos juegan en Atlanta".
Sada, narrador y poeta, autor entre otras obras de Registro de causantes y Juguete de nadie, obtuvo el Premio Xavier Villaurrutia en 1992 y el Premio Nacional de Ciencias y Artes 2011, en la categoría de Lingüística y Literatura, que le fue otorgado horas antes de su fallecimiento y de lo cual, desafortunadamente, ya no pudo enterarse porque se encontraba sedado en el momento en que el anuncio se hizo público.
En el texto que escribió para Pisa y corre con el título de "Cualquier altibajo", narra con grandísima amenidad el encuentro de pelota de "dos acérrimos rivales: Cachorros de Sacramento contra Forajidos de Boquillas; los segundos visitantes", juego que no pasó de la segunda entrada, pero que de ningún modo se debe decir aquí po rqué. "El juego se llevó a cabo -escribe Sada- en el llano que está hacia la orilla sur, por el rumbo del panteón. Siempre se utilizaba una bola -aclara- para evitar despilfarros".
La deliciosa crónica continúa así: "Los forajidos traían un total de doce hombres, con dos pichers abridores en la banca y listos para el relevo...en tanto los Cachorros justo eran los nueve batos". El equipo visitante "no traía uniforme y en lugar de espais calzaban unas botas viboreras para barrerse mejor". En fin, la lectura de este texto de Daniel Sada es una delicia y en general todo Pisa y corre.
Columnista invitado