Gris debut olímpico
La sonrisa le duró un segundo… Tal vez menos. Acompañó el viaje de aquel balón disparado por Raúl Jiménez. En cuanto se estrelló en el poste izquierdo del marco sudcoreano, Luis Fernando Tena volvió a personificar la frustración.
Gris presentación de un equipo que luce frágil en el momento más inoportuno. Continúan las pesadillas protagonizadas por un grupo de chicos que impulsaban anhelos hace unos cuantos meses. Hoy sufren en la cancha, traicionados por los nervios y su falta de pericia en el momento de generar opciones de gol.
Corea del Sur los puso en jaque con muy poco. Orden y velocidad, no más. Suficiente para reactivar esos miedos que "El Flaco" parecía haber enterrado durante los más recientes meses.
Volvieron minutos antes del debut. El timonel del Tri Sub-23 mostró intranquilidad desde antes del inicio del cotejo. Pareció presentir lo que vendría. Deambuló en la pequeña zona técnica del mítico Saint James Park. Sufrió con los pases equivocados, a cada segundo.
El último silbatazo del tunecino Slim Jedidi marcó el final de su calvario. Rozó la gloria con aquel contragolpe encabezado por Jiménez. Simple ilusión. Los desencajados rostros de los jugadores lo devolvieron a la realidad de una Selección insegura, sin capacidad para combatir sus propios sentimientos.
"Se tienen muchos nervios en una competición como ésta, pero estamos tranquilos, porque tenemos muchas posibilidades de pasar a la siguiente fase", compartió Oribe Peralta, quien cedió su lugar al hombre que casi se viste de héroe.
"El Cepillo" la pasó mal sobre el húmedo césped británico. No tuvo posibilidades de probar su dinamita. Pasó inadvertido, al igual que Carlos Salcido. Mucha entrega y disposición del volante, poco para un refuerzo olímpico.
Sólo José de Jesús Corona estuvo a la altura. Hiram Mier y Diego Reyes colaboraron para que no tuviera mucho trabajo, pero respondió cuando fue necesario. Aquel bombazo de Sungyueng Ki detuvo los miles de corazones mexicanos reunidos en el noreste de Inglaterra. Les devolvió ritmo con su plasticidad.
Esa que le faltó a Marco Fabián. El hechicero no pudo con los guerreros asiáticos, dispuestos a frenarlo, incluso con patadas. Terminó ahogado en su propia desesperación.
Historia no desconocida para el Tricolor, si se mide con los sudcoreanos dentro de la máxima justa deportiva del planeta. Tercer enfrentamiento y apenas es la primera vez que le arranca un punto, mas resultó amargo.
Sobre todo para "El Flaco", quien niega que la Selección Mexicana esté en deuda, más allá de los blasones con los que cruzó el Océano Atlántico.
"No [quedó a deber], porque se entregó, luchó al máximo, ante un equipo muy fuerte", sentenció. "Si alguien pensó que iba a ser un partido fácil, estaba muy equivocado. Sabíamos que así sería el juego: dificilísimo y trabado".
Del que casi escapa con el botín completo. El propio Luis Fernando lo sintió así. El cúmulo de desconcentraciones pudo ser simple anécdota, si aquella pelota se incrusta en la portería. Capricho del destino. La sonrisa le duró, quizá, menos de un segundo.
