Festejo. La maestra Luz Alicia es reconocida por la Secretaría de Educación y Cultura como la docente activa con mayor antigüedad laboral en el estado de Chihuahua.
Tras medio siglo de educar niños y jóvenes, la maestra Luz Alicia Ponce de León se dice tan entusiasmada como el primer día que pisó un salón de clases. En septiembre comenzará el que será su ciclo escolar número 51. En estos años, lo mismo ha enseñado cómo se agarra un lápiz a pequeños de seis años, que ha explicado las complejas teorías de la psicología contemporánea a universitarios.
"En México hay grandes maestros, gente comprometida que adora su trabajo, pero también hay mucha mediocridad en el magisterio: personas que sólo piensan en la posibilidad de jubilarse a corta edad, en las vacaciones de verano, o en situaciones que nada tienen que ver con la educación", dice.
La maestra Luz Alicia recuerda cómo en 1961 inició lo que sería el gran amor de su vida: dar clases. Con apenas 15 años y recién graduada de secundaria se incorporó a las filas del magisterio. "Mi primer plaza me la dieron en una escuela rural del municipio de Coyame. Apenas era un poquito mayor que los niños, incluso me veía de la misma edad que los más grandes".
Relata que de inmediato supo que ésa era su vocación, por lo que al poco tiempo logró que la transfirieran a la capital de estado para seguir preparándose, primero estudió la preparatoria y luego la licenciatura. Lo hizo sin dejar de impartir materias a niños de primaria.
Hoy es reconocida por la Secretaría de Educación y Cultura como la docente activa con mayor antigüedad laboral en el estado, y es también una de las más preparadas: sus dos maestrías y un doctorado en psicología son un logro que pocos maestros chihuahuenses han alcanzado.
Recuerda que antes llevaba a los estudiantes que andaban bajos de calificaciones a su casa y se ponía a repasar con ellos hasta que mejoraban su rendimiento.
"A los 'burritos' los sentaba a estudiar junto conmigo, en mi casa; a los que sacaban buenas notas me los llevaba de excursión al río, o a subir el cerro, era una forma de motivarlos".
En su trayectoria se ha topado con niños abusados sexualmente por sus propios padres, golpeados, de familias desintegradas y recientemente con muchachos que se involucraron en la venta de drogas.
"Un día, uno de mis alumnos me confesó que trabajaba para un narco, y que lo había amenazado: si intentaba salirse del negocio mataría a sus padres. Mi preparación como psicóloga me permitió orientarlo para que tomara la mejor decisión", dice.
Después de comenzar como docente de primaria, pasó a enseñar en el Colegio de Bachilleres, luego en la Escuela de Trabajo Social, y ahora es "maestra de maestros", ya que imparte cátedra en la Escuela Normal del Estado.
Actualmente analiza pedir su jubilación, a la que tiene derecho desde hace 25 años. "Nunca tuve hijos, pero he tenido más de 15 mil niños y jóvenes a mi cargo, a todos los he querido como si hubieran sido míos".