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Hecho en Ciudad de México

GENARO LOZANO

Todo empezó con una emoción que bien podría compararse a la de un fan de Justin Bieber en el Zócalo. Cuando anunciaron que la Ecobici llegaría a Polanco, empecé a contar los días para ver las primeras bicis rodando en mi colonia.

Pasaron los días y vi cómo instalaban los bolardos y las cicloestaciones. Luego vino la queja de mis vecinas las "señoras puchonas" - como les dice mi amigo Antonio a aquellas señoras que tienen un peinado encopetado, varios tintes de por medio y cara de fuchi- que, ¡válgame San Charbel!, no querían bicis frente a sus casas. Posteriormente Ebrard inauguró la nueva fase de Ecobici y busqué cómo inscribirme.

Por Twitter me enteré de que se había abierto un módulo de atención en el Parque Lincoln, con horarios de 10 AM a 6 PM. Así que un miércoles llegué a las 9:55 AM a buscarlo. Caminé por el parque, vi las cicloestaciones ya con bicicletas, pero no veía por ningún lado el módulo.

De nueva cuenta usé Twitter para preguntar. Sorpresivamente, Ana Cristina Fox vio mis twitts y me escribió: "no pues sí son ciegos, está justo enfrente de la estatua de Lincon (sic)". Le expliqué que lo que está frente a la estatua de Lincoln es la cicloestación, pero no el módulo. En un twitt posterior se disculpó.

Treinta minutos más tarde y algunas llamadas a Ecobici supe que las chicas del módulo abrieron tarde. Al llegar y preguntarles por el horario me vieron con mala cara y una me dijo: "ah, fuiste tú el del escándalo por Twitter. Se nos hizo tarde, ya nos regañó la jefa". Salvo ese incidente, el trámite fue rápido y sencillo.

Soy ciclista urbano de ocasión. Empecé acudiendo a los paseos dominicales en bicicleta casi religiosamente hasta que la novedad se me pasó y la fiesta del sábado se me atravesó. Sin embargo, desde hace un par de años utilizó la bici cada vez más para moverme de Polanco al Centro, la Roma Norte, la Escandón y la San Miguel Chapultepec.

No soy talibán de la bici, pero si en una semana no la uso para transportarme, me siento mal y odio mi auto, el cual uso para ir al ITAM, donde trabajo al sur de la Ciudad de México, o cuando tengo que ir a la Ibero, en Santa Fe. Hasta esos lugares de plano no he intentado llegar en bicicleta y tampoco creo que lo haré.

Ayer aproveché que ya soy usuario de Ecobici y quise matar dos pájaros de un tiro: Tomar la Ecobici y subirme al Metrobús por primera vez, pues la verdad es que no tengo una estación cercana a casa.

De hecho, para llegar de mi casa al ITAM en transporte público lo más rápido es tomar el metro Polanco a Barranca y de ahí un camión escolar que te transporta hasta el campus de Río Hondo. Ese recorrido lo he hecho en 35 minutos. Sin embargo, quería experimentar y el resultado es el siguiente.

A las 930 AM tomé una Ecobici en Newton y Hegel, luego de tomar un café con un vecino que me advirtió sobre los carteristas en el Metrobús. Con tal advertencia, avancé en la bici sobre los múltiples baches de Lamartine hasta el encruce con Gandhi. Ahí, desde la ciclovía, vi a gente corriendo en el parque, pasé a lado de la estatua de Roosevelt y luego de la de Gandhi. Me sentí en absoluta "bondidad", casi iluminado, hasta el aire estaba fresco y un indigente me aplaudió al verme en la bici.

Más adelante pasé por la nueva y polémica estatua de Heydar Aliyev sobre Reforma y al ver la recuperación del espacio público alrededor, cortesía del gobierno de Azerbaiyán, continúe mi trayecto rumbo a Insurgentes haciendo caso omiso del personaje.

Exactamente 22 minutos después llegué al encruce de Dinamarca con Roma, donde dejé la Ecobici para tomar el Metrobús en la estación Hamburgo y de ahí hasta La Bombilla para ir al ITAM. Compré una tarjeta, pero no sabía que tenía que insertarla en la máquina de nuevo para que se cargara el saldo de 20 pesos, así que no funcionó para entrar. Un policía malencarado me explicó el proceso a regañadientes y al ver que no servía la tarjeta, me dejó pasar.

Mi distracción habitual hizo que me subiera en el primer camión que pasó. Al notarlo vacío, me senté y lo primero que vi fue una pantalla que proyectaba un mensaje: "Felicidades Licenciado Marcelo Ebrard por su importante nombramiento en la ONU." Tras el mensaje lo siguiente que se proyectó en pantalla fue una trivia sobre Adolfo Hitler, já…

Por estar viendo la pantalla, no me di cuenta de que había tomado el Metrobús equivocado y que iba rumbo a Indios Verdes. Corregí inmediatamente y tomé el correcto rumbo al sur.

De Hamburgo a La Bombilla, y descontando el tiempo de mi error, hice 43 minutos. La verdad pensé que sería más rápido, aunque leí 20 páginas de un libro. Al final el recorrido total fue de una hora con 35 minutos, así que comprobé que esta no es la mejor ruta para mí, pero al menos quemé unas 350 calorías en el trayecto, me familiaricé con dos de los nuevos símbolos de la Ciudad, leí un poco y, pese a impuntualidad de funcionarios, baches en las calles, policías malencarados y tiranos en estatuas o en pantallas, son éstas las cosas que hacen que me sienta orgullosamente hecho en la Ciudad de México.

Politólogo e Internacionalista

Twitter @genarolozano

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