La convención republicana que concluyó ayer tuvo como estrella a Paul Ryan, número dos de la fórmula, cuyo mérito principal para la causa presidencial fue legitimar a Romney con la base radical del partido, permitiéndole asumir sustancia y coherencia a un candidato que carece de estas cualidades. Sin embargo, lo más importante es que este legislador se convierte en líder de quienes abanderan la estrategia de reducir drásticamente el tamaño del Estado, el adelgazamiento de los programas de seguridad social y la consolidación de un sistema privado de pensiones. En síntesis, el desmantelamiento del estado de bienestar se convierte en parteaguas de la recuperación, asegurándose que estos ahorros sean destinados a crear empleos y dar apoyos a pequeños empresarios. Ese es el mensaje subliminal.
La euforia se redondeó con los discursos de recuperación de la supremacía mundial de EU multiplicando presencia en zonas de conflicto. El mantra es donde no actuemos otros lo harán seguramente en contra de nuestros intereses. El guiño a la industria militar lo entendió el conservadurismo como parte esencial de la recuperación del orgullo americano. El mensaje revive el debate dentro de una sociedad abierta a las demandas de minorías raciales, a mujeres, a la ciencia, así como el aborto o el matrimonio de personas del mismo sexo. El enfoque conservador se estrellará en las realidades de la demografía.
De acuerdo con el Pew Hispanic Center hay 52 millones de hispanos, de los cuales el 63% es de origen mexicano. Para 2050 se esperan 130 millones de latinos, es decir 30% de la población total de EU. Los números son contundentes, a pesar de lo cual, los slogans que se coreaban en la convención se referían con encono a la supremacía WASP: "Nosotros construimos esta sociedad o devuélvanos el país", aludiendo a Obama, pero también a migrantes.
El respaldo a las leyes de Arizona y Alabama, que dificultan la vida de los indocumentados para que abandonen el país, fue especialmente agresivo, exigiendo al Departamento de Justicia que retire las demandas contra esas leyes. Fueron claros al condenar la medida temporal de Obama a favor de los "dreamers", exigiendo cobrar triple colegiatura a estudiantes indocumentados. Resaltaron la obligación de empleadores de comprobar la situación migratoria de quienes soliciten empleo.
Estas decisiones draconianas quedaron plasmadas en la plataforma aprobada en la Convención para todos efectos del plan de gobierno.
Paradójicamente los hispanos defienden valores tradicionales y conservadores, coinciden con los republicanos en el apoyo a pequeños empresarios. Sin embargo, desde la última elección presidencial, han marcado distancia y seguramente si salen a votar en noviembre tendrán en mente la agresividad de las legislaciones aprobadas por gobiernos republicanos en varios estados. Es evidente que los mensajes de la convención confirmaron las tesis, especialmente antihispanas, con claro sesgo racista muy a flor de piel de quienes pueden ser determinantes en estados como Florida. La gobernadora de Nuevo México y el senador Marco Rubio se apegaron sin reservas al discurso de la legalidad sin atender las demandas numéricas de la realidad electoral. Ese descuido se reflejará en las urnas.
"Nos oponemos a cualquier amnistía a quienes se han atrevido a violentar el derecho y propugnamos por deportaciones masivas en beneficio de quienes han cumplido con las leyes", se escuchó con frecuencia. Solo Jeff Bush abogó por reconocer el poder creciente de los latinos que en 2008 votaron mayoritariamente por Obama. Los demócratas no llegarán a su convención con argumentos consistentes salvo el apoyo temporal a los universitarios. Durante el gobierno actual se han alcanzado cifras únicas de deportación de indocumentados. Construir un discurso contrastante con los republicanos no será difícil. El reto es cumplir con promesas de 2008 que se han quedado encajonadas por la situación económica y la falta de decisión política. La inversión de capital real es la única forma de atraer a este nuevo actor electoral que demanda resultados en el corto plazo.