EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

Identidad perdida

Addenda

GERMÁN FROTO Y MADARIAGA

Uno de los pueblos con mayores elementos de identidad en el mundo, es sin duda el nuestro.

No tenemos una alma imperial, pero nuestras raíces ancestrales son ricas y profundas.

Cualquier extranjero que se asome a nuestro folclor queda prendado de él para toda la vida.

Las tradiciones viajan entre ese pasado indígena y el sincretismo con lo religioso que le dan un toque casi mágico a nuestras tradiciones.

Visitar un pueblo del sur en un día de muertos es un espectáculo igualmente mágico, porque en ese día se le rinde culto a la muerte, pero sin temor y en cierta forma hasta con regocijo.

Disfrutar de las danzas autóctonas, de las fiestas pueblerinas y hasta de nuestra inconfundible música, es todo un espectáculo que sorprende al más conocedor.

Cada cultura tiene su valor, pero como la nuestra, pocas. Sin embargo, en tiempos como los que corren creo que se ha perdido esa identidad.

Y es verdaderamente lamentable, porque esa identidad tiene que ver con nuestro pasado común.

Leí por ahí que: "No tendremos futuro mientras no volvamos a tener un pasado", es decir, un discurso significativo sobre nuestro pasado que esté construido para orientar nuestro presente.

Parecería que cada cual tiene un pasado distinto o cuando menos así se muestra, y ello es imposible si somos parte de una misma nación.

Acontecimientos como la Independencia o la Revolución son entendidos de manera distinta por los actores nacionales, cuando los hechos históricos son los mismos y su interpretación debería ser sólo una.

Quizá también por eso, y como ejemplo actual, existen dos visiones distintas sobre la propuesta de reforma laboral. Una, la que considera que con ella se atenta contra la clase trabajadora; y dos, la que sostiene que sólo por esa vía se puede avanzar en el mejoramiento de la planta productiva.

Sin duda los trabajadores lucharon, durante la Revolución, por que se consagrara en la ley y la Constitución una serie de derechos indispensables para mejorar sus condiciones de vida.

Si ahora se limitan esos derechos, estaremos retrocediendo muchos años. Pero si permanecen tal cual se plasmaron en el 17, es probable que nos estemos atando a un pasado que es limitante para progresar.

Pero debe existir un punto de equilibrio que armonice ambos aspectos, pero no lo encontraremos, si enfrentamos el presente sin tener en cuenta nuestro pasado y sobre todo, con una visión común que nos proyecte hacia el futuro.

A juicio de muchos pensadores, tres son los problemas que agobian a los mexicanos: el estancamiento económico, la violencia criminal y el fracaso de la democracia. Los dos primeros requieren de mucho más que voluntad política para superarlos, mientras que el tercero, depende fundamentalmente de ella.

Si nos ponemos de acuerdo, en base a nuestra identidad, en lo fundamental, podremos acometer el estancamiento económico.

Pero debemos ir por partes, atacar los tres al mismo tiempo es posible que nos conduzca al fracaso. Lo económico y la violencia impactan más al alma colectiva, aunque sobre esas bases deberemos construir un moderno, equitativo y justo sistema democrático.

Pero sigo pensando que hemos perdido identidad y que mientras no la recuperemos, seguiremos inmersos en un sistema de ensayo y error inacabado.

Por lo demás: "Hasta que nos volvamos a encontrar que Dios te guarde en la palma de Su mano".

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 791837

elsiglo.mx