El arzobispo de Morelia, Alberto Suárez Inda, se pronunció este martes porque la autoridad civil restaure el orden en la comunidad de la Nueva Jerusalén, en el municipio de Turicato, e "intervenga de una manera inteligente, pero firme".
Suárez Inda condenó que este conflicto se haya dejado crecer por tanto tiempo a la sombra de la complicidad y complacencia de la autoridad gubernamental y conminó a los habitantes de la Nueva Jerusalén a vivir sin atropellar derechos de terceros.
Lamento que "desgraciadamente se haya dejado pasar tanto tiempo, porque el problema se pudo haber prevenido, mucho antes", y dijo que "el fanatismo en la Nueva Jerusalén es contrario al espíritu católico y producto de la ignorancia".
"Todos debemos estar dentro de un estatus, en una relación civilizada y de civilidad, dentro y fuera de la comunidad", dijo, e insistió que la Iglesia católica no reconoce ni reconocerá como religiosos a quienes se hacen llamar "padres", "monjas" y "obispos" en la Nueva Jerusalén, porque no son miembros del catolicismo.
Entrevistado en la Casa San Luis, donde se inauguró el XIII Taller Nacional de Capacitación del Área Pastoral de Migrantes, señaló que los dos líderes de la Nueva Jerusalén -Martín de Tours y Santiago Mayor- "se encuentran al margen de la Iglesia Católica".
Ellos, explicó, desde hace tiempo no aceptan a ninguna autoridad, ni al Papa, ni a los obispos, ni a nada ni a nadie y han establecido su propia teoría religiosa, por lo que recordó que su fundador, el autodenominado Papa Nabor, Nabor Cárdenas Mejorada, fue expulsado de la iglesia católica hace décadas.
El jefe eclesiástico de la entidad se pronunció por una solución del conflicto por la vía pacífica, "pero definitiva" e hizo un llamado a la gente de la Nueva Jerusalén a que "abra los ojos a la realidad".
"Los líderes de la Nueva Jerusalén no tienen capacidad ni virtud religiosa, entienden mal las cosas y tienen miedo a que la gente abra los ojos a la realidad y que con ello ya no puedan manipularlos, es muy triste", lamentó.
Suaréz Inda confió en que el resurgimiento del conflicto de La Nueva Jerusalén "sea el principio del fin y ponga realmente una luz de alerta ante las autoridades para que de una manera civilizada, sin atropellos, se aplique la ley y salve de la opresión a tanta gente".