El crecimiento de la economía mexicana en 2012 será más alto que el del año pasado y se podría ubicar en 4.5 por ciento, según una estimación de Moody's Analytics.
La razón de ese incremento en el PIB es la fase expansiva del ciclo político de la economía en un año de elecciones presidenciales, explicó el autor del estudio, Alfredo Coutiño.
El director para América Latina de la empresa dijo que Moody's Analytics anticipa una mayor expansión económica este año, aunque el consenso del mercado, incluso el mismo Gobierno mexicano, está esperando un crecimiento menor al 4 por ciento registrado en 2011.
Según una encuesta de Banamex, el estimado para el crecimiento del PIB en 2011 se modificó al alza hasta 3.98, desde 3.90 por ciento.
Para el 2012, se prevé un crecimiento económico de 3.20 por ciento, tasa mayor al 3.10 por ciento previo, de acuerdo con la encuesta. Coutiño comentó que los mercados y el Gobierno se han contaminado del pesimismo externo o bien simplemente ignoran el impacto del ciclo político tradicional.
Si bien el fortalecimiento de la recuperación estadounidense contribuiría a mejorar el desempeño económico mexicano, no será la razón principal de que el PIB crezca por encima de su tasa potencial este año (3.5 por ciento).
Para el directivo, por fortuna y dado lo sucedido en 2011, no existe nada en el horizonte que indique una interrupción del ciclo político de la economía mexicana.
Por ello, el crecimiento seguirá teniendo a la política como uno de sus determinantes importantes, al menos durante este año y el próximo.
El ciclo político ha jugado un papel importante en el desempeño de la economía en los últimos 30 años.
En particular, consideró Coutiño, la economía sufre el impacto del cambio de Gobierno cada seis años, pero también se beneficia del gasto expansivo durante el proceso electoral que tiene lugar al final de cada administración.
Durante los dos últimos gobiernos, la economía mexicana ha logrado evitar la maldición de las crisis sexenales, pero todavía no logra escapar de la tradicional desaceleración generada por la transición política.
En los últimos 40 años, la economía mexicana ha logrado solamente una vez escapar de la maldición política que la hace sufrir la tradicional desaceleración-recesión que se presenta a principios de cada gestión presidencial.
Dicha excepción tuvo lugar en 1989, cuando el recién iniciado Presidente Carlos Salinas generó un extraordinario auge de optimismo alrededor de un posible acuerdo comercial con Estados Unidos y Canadá, recordó. Fuera de ello, siempre se han registrado efectos negativos con la entrada de un nuevo gobierno cada 6 años.
Ciclo político en México
Para el especialista de Moody's Analytics, el ciclo político de la economía mexicana tiene dos fases bien definidas.
La primera es la fase expansiva, que cubre los primeros seis meses del último año del gobierno saliente.
En esta fase, el gasto fiscal se utiliza no sólo para financiar el proceso electoral y completar los programas de infraestructura de la administración en turno, sino también para impulsar la economía y generar un sentimiento de bienestar, esperando ganar la preferencia de los electores para mantener al partido oficial en el poder.
Como resultado, explicó, la economía normalmente crece a tasas mayores a su potencial durante el último año de cada gobierno.
La segunda fase es de contracción y comienza cuando se elimina el estímulo fiscal después de las elecciones en julio y se extiende hasta la primera mitad del primer año del nuevo gobierno.
Al inicio de cada gobierno siempre se presenta un retraso en la ejecución del presupuesto federal.
Esta lentitud del gasto, combinada con la incertidumbre generada por el cambio de equipos económico y político, siempre produce un retraso en las decisiones de inversión y consumo del sector privado, una situación que se refleja en la tradicional desaceleración de la actividad económica al inicio de cada sexenio.
