Es innegable que los usos y costumbres de la sociedad posmoderna, en cuestiones de sexualidad, están virando hacia la apertura, libertad y en algunos casos el libertinaje.
De nuevo se da el fenómeno del "péndulo social", con sus bandazos que nos llevan de un extremo al otro y que, finalmente, estoy convencido encontrará su punto medio.
Por ello, no es extraño que las agrupaciones religiosas arremetan contra el cambio de "estilo de vida", entre ellas la Católica, que en semanas anteriores hizo nuevos pronunciamientos, cuando el arzobispo primado de México, Norberto Rivera Carrera, calificó al matrimonio entre hombre y mujer como "la única relación plena, satisfactoria y regocijante", reafirmando su postura defensiva de la familia y la fidelidad.
Nuestro país es eminentemente católico y la postura oficial de la administración de la iglesia, está comprometida con la defensa del matrimonio y la relación sexual única con la pareja, de antecedentes muy remotos, desde el propósito de Abraham, cuando trabajó sobre la organización y unión de las tribus israelíes, que estando dispersas mostraban alta debilidad y que habían sido sometidas, durante siglos, a la esclavitud. Finalmente, como usted conoce de la historia, logró transformarlas en una etnia compacta, que ahora domina al mundo desde la base económica y monetaria.
De nuevo se revive la discusión sobre sexualidad humana y vuelve al foro de diálogo el cuestionamiento: ¿somos monógamos o bígamos por naturaleza? Y empiezan los problemas:
La zoología nos enseña que, entre los animales, la monogamia prácticamente no existe, es cuestión de sobrevivencia de la especie; ser polígamo les da las ventajas de asegurar mayor índice de fecundación de hembras, para tener más hijos y con ellos poder de subsistir.
Caso aparte es la particularidad observada del parto múltiple en algunas especies, que asegura a los más débiles e indefensos su persistencia, por las muchas crías.
Al revisar los usos y costumbres en la sexualidad entre los primeros pueblos del planeta, descubrimos que existen dos fuertes tendencias: la poligamia, manifiesta entre los grupos de poder -recuerde a Salomón- y la monogamia, como método para mantener reunidas familias y como defensa de los débiles.
En contraparte, desde la perspectiva de lo social y hasta económico, la monogamia es un medio eficiente de mantener unidas a las familias, generar fuertes sentidos de identidad y pertenencia, dar continuidad a los linajes y hasta favorecer la paz social.
Ser infiel, abre la posibilidad de generar críos fuera de la familia, situación que conlleva repartir fortunas y bienes; nada más inconveniente, si se trata de acumular poder a través del dinero y las posesiones. Un caso conocido son los propios judíos, que casan entre miembros de la misma etnia, creando poderosos "amarres" familiares y económicos.
Ser polígamo es una tendencia instintiva animal; lo es el león o el chimpancé, siempre buscando propagar y multiplicar a su especie; curiosamente, también se observan los harems, ante la dominancia de los "machos alfas".
Habrá que decir, en justicia, que existen algunos animales como los pingüinos, que son monógamos y otros, como las palomas, que según Konrad Lorenz, sólo tienen una pareja durante su vida.
Una empresa elaboradora de preservativos mantiene una encuesta internacional sobre el sexo y aunque el 46 por ciento de los entrevistados se manifiesta conforme con su vida sexual, el resto reconoce la necesidad de buscar otras alternativas, refiriéndose al matrimonio y las experiencias extramaritales.
El 44 por ciento habla de "relación de una noche" y el 22 por ciento se reconoce infiel.
En México, han publicado un estudio que ilustra sobre la infidelidad, colocando al estado de Guanajuato, como uno de los más infieles. En oposición, en León, se ha llegado a prohibir el ingreso a las iglesias a las mujeres que vistan faldas muy cortas o escotes prominentes y en el pasado mes de agosto, fue detenido el profesor Manuel Berumen, por besar a su esposa en la "Plaza Expiatorio", provocando que decenas de parejas acudieran al mismo lugar para hacerlo en público, como protesta contra lo que consideraron fue acto arbitrario.
La poligamia tiene que ver con el instinto de sobrevivir y para lograrlo se necesita poder, siendo el más elemental de todos la fuerza física, que inicialmente se lograba alcanzar con los muchos hijos.
Considere el factor de la ciencia que, con los nuevos métodos anticonceptivos, la protección y tratamientos de las temidas enfermedades venéreas, han modificado actitudes de las sociedades ante la sexualidad.
Hoy día, ser infiel genera menos temor que en épocas pasadas y, sin embargo, el orden social, las reglas de convivencia y la jerarquización de valores, están basados en la familia y monogamia.
Tampoco podemos descartar el aprendizaje social y religioso que sanciona duramente la infidelidad.
Como lee, parafraseando el refrán: "en cuestiones de sexo se rompen reglas". ¿Qué opina?
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