Irrumpe el Papa de noche
Por: Luis Meza, Víctor Hugo Larios, Juana Crespo y Jevenny De la Serna.
La saeta blanca del papamóvil cruzó la noche leonesa al final de la segunda jornada en la visita pastoral del Papa.
Una cantidad no mucho menos nutrida a la de la bienvenida, saludó al convoy del Pontífice, procedente de Guanajuato, en la intersección de los bulevares Adolfo López Mateos y Juan Alonso de Torres, por la que circuló al filo de las 9:30 de la noche.
No sólo la noche marcaba un contraste con el recorrido del día anterior. Hacia las 8 de la noche no más de 500 personas estaban esperando el paso del papamóvil. El dispositivo de seguridad era muchísimo más discreto, los vendedores eran menos, el tráfico fluyó con normalidad hasta el corte de circulación unos minutos después y hasta la vecina Plaza Palmas, generalmente bulliciosa cualquier sábado, estaba desierta y con sus antros cerrados por obra de la ley seca.
Una comitiva de Tijuana parecía ser la más animada y soltaba porras, mientras que los vehículos que eventualmente circulaban por el sitio, incluyendo a los repartidores de pizza en moto, hacían segunda con el claxon.
“Suela, tacón y zapato. Bienvenido a Guanajuato”, y “Benedicto, hermano, ya eres mexicano”, obvia paráfrasis de la porra dedicada antaño a Juan Pablo II, resonaban conforme la afluencia fue creciendo a más del doble en menos de una hora.
La atmósfera de gente esperando que empiece la misa afuera del templo, cambió al modo porras en evento deportivo estudiantil luego de que pasó la primera avanzada de la Policía Federal hacia las 8:40 y, finalmente, al de gritería en concierto de estrella pop cuando el ansiado transitar del papamóvil, con su tripulante sonriente y saludando y, venturosamente a una velocidad más lenta que el viernes, los emocionó al máximo.
Heredan tradición
Con la vida de la familia Guevara Ríos se puede resumir parte de la historia de un pueblo marcado por la devoción.
Habitantes de uno de los barrios más populares de León, el barrio de El Coecillo, Lorenza Ríos, de 86 años y su marido Alfredo Guevara, de 95, pueden presumir de una amplia familia con decenas de nietos y muchos bisnietos, que como ellos continúan firmes en la fe católica.
Nacido en 1916, Alfredo Ríos, ha perdido ya el oído, pero sus hijas, María de la Luz y María Dolores contaron que de pequeño convivió con las historias de los cristeros, para defender su libertad de culto.
“Dice que escondía a los cristeros”, contó María Dolores, de 50 años, y dedicada al comercio.
Detrás de la pareja, su nieta Mireille Guevara, de 32 años, como fiel creyente, contó que con esta visita papal han recibido un milagro, pues tras un derrame cerebral, Leticia Rivera, su tía, al fin abrió los ojos y apretó algunas manos.
“Cuando pasara el Papa íbamos a pedir por su salud”, contó Mireille. “Ayer en la tarde abrió los ojos”, continuó la mujer ferviente. Un milagro es lo que asegura sucedió en el Hospital del IMSS en Monterrey, Nuevo León.
Y con el grito de “esta es la juventud del Papa” de fondo, el hijo de Mireille, Emilio Escudero de apenas 7 años, con algo de pena, cuenta que quisiera ser sacerdote, “para ayudar a Dios”, aseguró, mientras su madre, que trabaja como maestra, agrega que su hijo ya ha sido monaguillo y desde antes ha manifestado su deseo por expresar la fe católica, como sus padres, tíos y bisabuelos, que la tarde de ayer, en el cruce de la calle Monterrey y el bulevar López Mateos, vieron el paso de Benedicto XVI.
‘Me tocó la bendición… y la comparto’
Una dieta a base de agua y sol fue la que la familia Falcón Vera soportó antes de recibir la bendición del Papa.
“¡Me tocó la bendición y se las comparto!”, dijo Juan Falcón.
El obrero se apersonó junto con su esposa Arcadia Vera con una silla a las 4 de la tarde. “Ya estoy todo ‘requemado’”, dijo al anochecer.
El único modo en que podían seguir los pasos del Pontífice fuera de casa fue a través de las llamadas a celular, hechas por su hijo como corresponsal desde la colonia Anaya.
“¿Dónde? Sí… ¡Gracias?”, decía al escuchar el reporte vía celular. “Que ya le entregaron la llave”.
El señor Falcón no perdía el ánimo y justificó su estancia en la banqueta del camellón, lugar privilegiado: “Soy obrero y católico, ¿pues qué más?”.
Detrás de la cuerda, que parecía interminable, se formó la amistad entre Fidel Chávez, del estado de Zacatecas y Arturo Martínez, quien con su familia -desde San Pedro del Monte- aguardó por sólo unos segundos del paso papal, refrescado con tres litros de suero sabor durazno.
Su contacto con los pasos papales fue un moderno teléfono con acceso a televisión: “mira, viene bien cerca, ya en Centro Max: ¡ahí viene en Centro Max!”, gritó a la multitud. Parecía el informante colectivo.
Más de 80 mil personas que formaron la valla eran casi insuficientes para los fieles que paralizaron la ciudad: ¡Ya viene por la Deportiva, por Francisco Villa, por la Feria, ya está por aquí.
“¡Orden, orden!”, gritó Don Juan, quien con gracia soltó: “Ya me ahorré el viaje a Roma”.
El debate en torno a rebautizar la calle de 5 de Mayo por Benedicto XVI fue el tema por unos minutos: “Si en San Jerónimo hay nombres de papas, ¿Benedicto no tiene una?”, remató.
Fidel Chávez llegó desde hace dos semanas a León desde Zacatecas sólo para atestiguar un hecho histórico, del que ya tiene en su memoria de celular… ¡Benedicto, León está bendito! Y miró cómo la gente apasionada del equipo de futbol ondeó la Bandera, de la que se pide el milagro que ascienda: “Antes decíamos, primero va a venir el Papa que el equipo ascienda, ahí está, ahí está, ya vino! agregó Juan.
Era el momento: la gente se aglutinó, los decibeles aumentaron, los apretujones comenzaron: “¡lo vamos a ver todos, ya, tranquilos, en su lugar!”, exigió.
Entonces se calmaron los ánimos.
“¡Ahí viene el Papa! Ahhhhhhhh”.
Los gritos de júbilo no pararon.
Tres segundos de paso por una de las calles más transitadas de León, centésimas de segundos que brindaron paz a los corazones… Al menos así fue para Abigail de la Cruz, quien corrió para que no se le ‘fuera’ el camión.
Esperan 7 horas de pie
“¡Benedicto ya eres mexicano!”, gritaban todas las personas que desde temprano tomaron su lugar frente a la Deportiva del Estado para poder ver el recorrido del Papa.
En un viaje muy largo desde Tepic, Nayarit, los jóvenes de aquella Diócesis no dejaban de echar porras y de cantar antes de que pasara el Papa Benedicto XVI. Además del ambiente que ponían los de enfrente que eran de Veracruz.
“Es un viaje pesado pero con muchas ganas de ver nuevamente al Papa Benedicto, creo que todos los que están aquí lo hacen por fe y para ver un nuevo cambio en todos… como digo somos la juventud del Papa”, dijo Alejandro Esparza, de la Diócesis de Tepic.
Desde temprano llegaron los camiones desde Nayarit y se estacionaron a un costado de la Deportiva por el Paseo de Jerez y todos empezaron a dar ánimos a los demás que ya estaban listos para ver al Papa.
Entre banderas, pósters y papelitos amarillos y blancos la gente no paraba de cantar y de bailar después de estar parados por más de seis horas.
“Llevamos parados un buen rato pero no importa, tenemos muchas ganas de ver a su Santidad. Hicimos un viaje muy pesado pero todo es alegría en estos días”, dijo Lucía Ochoa, de Tepic.
Sonaron las sirenas de las patrullas avisando que ya venía Benedicto XVI y todas las personas gritaban esperando verlo por unos segundos. “Ahí viene el Papa mamá”, le dijo una niña a una señora que no dejaba de echar porras.
Después de llegar de Guanajuato, el Papa hizo su recorrido por el bulevar López Mateos hasta el Colegio Miraflores, a las 9 de la noche. La valla humana no se movía para nada después de estar parados por más de 7 horas.
Visitantes y habitantes de la ciudad se unieron anoche para vitorear al Pontífice.