Miguel Ángel Mancera asume hoy el cargo de jefe de gobierno del Distrito Federal. Lo hace tras haber obtenido el 63 por ciento de los sufragios de los capitalinos, el segundo mayor porcentaje de un candidato ganador en las elecciones del 2 de julio. Lo hace también, inusitadamente, como cabeza de un gobierno de izquierda, pero sin haberse incorporado a ningún partido político.
Mancera hereda una ciudad que el PRD ha gobernado de manera ininterrumpida desde 1997. Si hay una demarcación en la que persiste un partido hegemónico es el Distrito Federal. Esto tiene aspectos positivos, pero ha permitido también que algunos grupos de poder exijan y obtengan privilegios por su cercanía al poder. El grupo de René Bejarano es un ejemplo, pero también los Panchos Villas y otras organizaciones.
El nuevo jefe de gobierno hereda el mando de un predecesor que ha terminado su mandato con buena popularidad. Un 54 por ciento de los ciudadanos considera, según una encuesta de Reforma, que Ebrard fue un buen jefe de gobierno.
El mayor éxito de Ebrard, la contención de la criminalidad en un país en llamas, se debió en buena medida a un trabajo eficaz tanto del jefe de la Policía, Manuel Mondragón, hoy responsable de la seguridad pública en el Gobierno federal de Enrique Peña Nieto, como del propio Mancera, quien fue un excelente procurador en el último tramo del gobierno que ayer concluyó.
Mancera podrá, quizá, beneficiarse del fin de las interminables obras públicas de su predecesor, las cuales, al realizarse de manera simultánea y sin rutas alternativas, generaron enormes inconformidades entre los ciudadanos. El verdadero reto de la ciudad en infraestructura, sin embargo, no está en los segundos pisos, pasos a desnivel, deprimidos y supervías, sino en el subsuelo. La ciudad tiene un muy serio problema de agua. La inversión que hay que hacer para garantizar el suministro y disposición del líquido es enorme, pero este esfuerzo no será tan vistoso y políticamente rentable como los segundos pisos.
Un reto muy importante tiene que ver con las manifestaciones y bloqueos que constantemente trastocan la vida de los ciudadanos. Ebrard permitió que casi cualquier organización pudiera bloquear vialidades, aunque hubo algunos casos, como el de los pilotos que se plantaron en una avenida a las afueras de SCT en noviembre de 2011, en que la policía sí intervino. El gobierno capitalino ha actuado de manera discrecional ante plantones y manifestaciones, lo cual ha dañado profundamente la convivencia ciudadana.
Un tema que no interesa mucho a los ciudadanos es el de una constitución para el Distrito Federal. Mancera, sin embargo, entiende su importancia, y está buscando a través de una carta magna que los capitalinos obtengan derechos ciudadanos plenos que hasta el momento se les han negado. Esto es importante para que la ciudad más progresista y politizada del país pueda vivir en una democracia cabal.
No es fácil gobernar a una ciudad tan grande y conflictiva como la capital federal. Quien lo hace tiene el beneficio político de actuar ante la mayor cobertura de los medios de comunicación, los cuales se preocupan más por el Distrito Federal que por cualquier otra entidad. Pero esto significa también que cualquier error se magnifica a lo largo y lo ancho del país. Mancera tendrá que acostumbrarse a vivir bajo los reflectores de los medios nacionales.
EL INCENDIARIO
El periódico La Razón publica ayer dos fotografías en primera plana. En la primera, Ignacio del Valle, dirigente del Frente en Defensa de la Tierra de San Salvador Atenco, roba gasolina de una gasolinera el 1º de diciembre en Eje 1 Norte y Miguel Domínguez. El lunes 3 Del Valle se manifiesta en Reforma y Bucareli con sus seguidores, todos armados con machetes, para exigir la liberación de los detenidos por desmanes el 1º de diciembre. ¿Más incongruencia?
Twitter: @sergiosarmient4