Hace casi dos meses en el marco de una conferencia de prensa difundida por no pocos medios de comunicación, la abanderada albiazul Josefina Vázquez Mota anunció cambios en su equipo de campaña. "Hoy inicia la ruta del triunfo y he tomado decisiones importantes. Es un golpe de timón en el que he pedido al partido dejar atrás las diferencias y coyunturas para trabajar juntos por la victoria", asentó y dijo que para fortalecer algunas áreas del partido, gobernaría sólo con los mejores pues "no hay espacio para las equivocaciones o falta de compromiso, sólo tenemos tiempo para ganar", estimó en aquel entonces. Sin embargo, hoy por hoy dichos cambios no se ven reflejados en la intención de voto y prácticamente todas las casas encuestadoras del país señalan un descenso del Acción Nacional hasta el tercer sitio de las preferencias rumbo al primero de julio.
Al tiempo que Vázquez Mota hizo dicho anuncio, este columnista se refirió a los errores de estrategia y desorganización que han sido característicos en el equipo josefinista a partir de su nominación como candidata a la Presidencia de México. En mis participaciones dentro del espacio informativo de Pedro Ferriz Híjar en Efekto TV y en diversas columnas para esta casa editora, a menudo señalo las dificultades que enfrenta Josefina cuando de penetrar en el ánimo del electorado se trata. Sin desestimar las bondades de su plataforma ideológica y programa de Gobierno, parte del problema estriba en su discurso plano, falto de emoción, monótono, que cae en lugares comunes y no cimbra a las distintas audiencias a las que se dirige. Muchas personas dicen no encontrar a aquella Vázquez Mota hábil, certera y echada para adelante que con comodidad -y a pesar del indiscriminado apoyo al delfín presidencial, Ernesto Cordero- venció en la interna del PAN, en tanto ven a una candidata temerosa, insegura, titubeante, que nomás no termina convenciéndolos. Josefina dice "ser diferente", pero hasta ahora no adivino en qué estriba dicha diferencia, fuera de su condición de mujer.
Hay un hecho innegable: Josefina Vázquez Mota no es santo de la devoción de Felipe Calderón, de varios cuadros del partido ni del equipo de poder que emana desde Los Pinos. A diferencia de lo ocurrido hace exactamente seis años, cuando toda la estructura partidista y hasta el mismo Vicente Fox se encontraban avocados al triunfo del entonces candidato, hoy a Josefina la han dejado sola, su equipo busca acomodo y hueso transexenal en otros lares y los apoyos de ciertos personajes históricos brillan por su ausencia. ¿No en una de sus desatinadas declaraciones el expresidente Fox dijo que asistir a los mítines era una pérdida de tiempo? Como bien señaló una periodista en pasadas fechas, "parece que el PAN se siente más cómodo siendo oposición y está cansado de gobernar".
Pese a la estrategia de pegarle al puntero y los spots en contra del candidato del PRI, Enrique Peña Nieto -aunque "se deslinde y distancie" del líder petrolero Carlos Romero Deschamps- afirme que Humberto Moreira irá a la cárcel, y que su acérrima enemiga Elba Esther Gordillo no tendrá cabida en la siguiente administración; no importando sus alusiones y dichos sobre ser honesta y congruente a su experiencia como secretaria de Estado -dos veces- y líder de bancada, aquí reitero que lo que le falta a Josefina es romper y distanciarse políticamente del Presidente de la República. La bronca recae en que para el votante de a pie y aunque ello no sea necesariamente cierto, un triunfo del PAN representaría otros seis años de violencia, decisiones fallidas y escaso interés en el ejercicio del poder. A la candidata del PAN las lealtades que observa hacia el titular del Ejecutivo le están resultando muy caras.
Faltan escasos treinta días para la elección presidencial. El ímpetu y nuevos bríos que ha tomado la campaña Andrés Manuel López Obrador -hasta ahora exitosa en convencer a parte de sus detractores en el sentido de que no será un símil de Hugo Chávez ni un peligro para México-, el que Gabriel Quadri sorpresivamente acapare a ciertos indecisos y a quienes hace dos meses no lo conocían, la irrupción de los estudiantes que a través de las redes y las marchas hoy representan un coto de poder real cuya influencia va in crescendo; los sentimientos de odio y encono hacia Enrique Peña Nieto tras su visita a la Universidad Iberoamericana: todo ello son fenómenos que nadie esperaba y que resultan sintomáticos de que de cara al día de la verdad nada está escrito y el factor sorpresa jugará un rol fundamental para decidir el resultado.
Olvidaba comentarte, querido lector, que el formato del siguiente debate ha sido modificado tras las críticas que suscitó el ejercicio anterior. En esta ocasión los cuatro candidatos podrán explayarse y vender la idea de qué quieren para México. En tanto y aunque el escenario y la actual coyuntura se adivine desastrosa para Josefina, en sus manos está el probarnos que estábamos en el error y que en la política las segundas, terceras y cuartas oportunidades sí existen y de una vez por todas callar a aquellas voces que miran a su proyecto y al futuro del PAN encaminado hacia un estrepitoso fracaso en las urnas.
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