Joy Division: notas que estremecen
Dos contundentes y sombríos discos de estudio bastaron para consolidar el sonido seminal del llamado rock gótico y perpetrar en el tiempo el inquietante legado musical de Joy Division, una de las agrupaciones que más han destacado entre las siempre sorprendentes olas inglesas.
“Se busca vocalista”. El anuncio clasificado callejero, multiplicado con ilusión y modestia en postes, paredes, bares y estudios de grabación, era tan común por las grises calles de Manchester que a los ojos de los lugareños constituía un elemento más del paisaje urbano y decadente de la otrora primer ciudad industrializada del mundo.
A mediados de los años setenta el rock, camaleónico por esencia, piedra que rueda, mostraba su rostro más duro: el punk. Elemental, rudimentario y estridente, se convirtió en la natural respuesta de la juventud a la ominosa realidad patrocinada por el ala más radical de derecha del Partido Conservador inglés. Para el joven proletariado la frase “el sueño ha terminado” cobraba espeluznantes tintes de realidad. El combativo guitarrista de The Clash, Joe Strummer, editorializó el espíritu de los tiempos bordando en la parte trasera de su chamarra de cuero dos palabras: odio y guerra. Por su parte Johnny Rotten, el radical vocalista de los Sex Pistols, berreó las estrofas de su peculiar lectura del momento en Anarchy in the U.K.
Indiscutibles héroes de la pujante nación punk, los Sex Pistols llegaron a Manchester para presentarse el 4 de junio de 1976 en el Lesser Free Trade Hall, suntuoso y victoriano edificio en apariencia más a modo a la pompa y circunstancia. Al concierto acudieron no más de 40 personas entre las que se encontraban el vocalista de The Smiths, Morrissey; Tony Wilson, fundador de Factory Records, y Mick Hucknall, vocalista de Simply Red. También estaban ahí los incipientes músicos Bernard Sumner y Peter Hook, motivados por el entusiasmo de formar su propia banda. En la misma velada, un tipo retraído y algo sombrío, acompañado de su esposa y enfundado en una playera a la que bordó la palabra hate en la parte de atrás, asomaba con malicia una sonrisa apenas perceptible.
PLACERES DESCONOCIDOS
Días después del concierto, Ian Kevin Curtis despegó un anuncio clasificado afuera de Virgin Records y se trasladó al local en donde Sumner y Hook ensayaban con sus recién adquiridos instrumentos. La química que fluyó y la afinidad de influencias y gustos facilitaron el casting. No tardó el trío en convertirse en cuarteto, al agregar al baterista Terry Mason, quien poco después sería reemplazado por Tony Tabac.
De entre todas las coincidencias que unían a los integrantes, David Bowie era sin discusión la más poderosa e influyente, por lo que fue casi natural llamar al grupo Warsaw, en alusión a una canción de éste, Warszawa.
Finalmente, la presentación en sociedad de la banda llegó el 29 de mayo de 1977, como teloneros de Penetration y The Buzzcocks en The Electric Circus, el corazón de la escena punk en Manchester. Ese mismo año grabaron su primer demo del que sólo armaron cinco copias, una para cada integrante y otra para su mánager.
La aparición de un conjunto londinense de heavy metal llamada Warsaw Pack los obligó a renombrarse. La elección, Joy Division, tuvo como referencia la novela Casa de muñecas de Karol Cetinsky, sobreviviente de un campo de exterminio nazi, quien habla de la visión de una niña de 14 años sobre las zonas en donde las prisioneras judías eran forzadas a prostituirse para dar placer a los oficiales nazis.
Con un nuevo y definitivo baterista, Stephen Morris, el combo se presentó a partir de enero de 1978 y cuatro meses más tarde la disquera RCA convenció al cuarteto de entrar al estudio. El resultado: un demo de 11 temas al que le fue agregado, en la fase de mezcla y producción y sin el consentimiento del grupo, el sonido de sintetizadores, lo que provocó que el contrato no prosperara. Un mes después y tras presentarse en la inauguración de The Factory, la emblemática discoteca de Tony Wilson, Joy Division grabó su primer EP, A Factory Sample, junto a otras bandas como Durutti Column, John Dowie y Cabaret Voltaire.
Las presentaciones en vivo se multiplicaron proporcionalmente al número de seguidores. La rentabilidad de perseguir su sueño les dio para que autofinanciaran el EP An Ideal for Living bajo el sello Enigma Records. Bernard Sumner diseñó una polémica tapa: un personaje de las juventudes hitlerianas tocando el tambor.
EXHIBICIÓN DE ATROCIDADES
El prestigio que fueron consiguiendo les abrió las puertas de Londres. Tocaron en el popular programa de radio de John Peel, Sessions, y tuvieron exitosas presentaciones en el Hope and Anchor y en el Marquee, donde alternaron con The Cure.
En 1979 apareció Unknown Pleasures, el primer álbum oficial, lanzado por Factory Records con un tiraje de 10 mil copias. El diseño de portada, basado en una idea de Stephen Morris, fue tomado de la Enciclopedia de Astronomía de Cambridge y diseñado por Peter Saville: es la representación de los sucesivos movimientos del primer pulsar descubierto, el CP1919, nombre con el que también se conoce el disco. Las inquietantes atmósferas lúgubres enmarcadas por el peculiar timbre de voz de Ian, sedujeron al público y a la crítica.
La actuación en el escenario de Curtis con ataques epilépticos incluidos, su voz cargada de sentimiento y melancolía, y el peculiar sonido sugerente y opresivo de la música, les llevaron a marcar la pauta del post punk, el rock gótico o dark, vertiente en donde influenciaron a agrupaciones como The Cure, Bauhaus y Siouxsie & The Banshees, la argentina Sumo o más recientemente Interpol, por citar algunas. El 79 fue el año de su consagración; abarrotaron el Electric Ballroom de Londres y realizaron con éxito una mini gira europea; acudieron invitados al programa de televisión Something Else de la BBC.
EL AMOR NOS DESTROZARÁ
1980 marcó el destino de la banda. La epilepsia de Ian recrudeció y su relación matrimonial llegó al borde de la crisis. Los ataques que sufría se presentaban con mayor frecuencia e intensidad, incluso sobre el escenario. Intentó detener de golpe su angustia y trató de quitarse la vida excediendo deliberadamente la dosis de fenobarbital, barbitúrico del que dependía para inhibir las convulsiones.
En marzo Joy Division hizo una escala para volcar su talento en la maqueta del que sería su segundo y último álbum de estudio, el críptico Closer, más denso que su predecesor, con un acentuado contexto sombrío y decadente. La primera canción, Atrocity Exhibition, nombrada así en honor a la colección de relatos de J. G. Ballard, marca el derrotero del tobogán hacia la oscuridad. Al escuchar el material y descubrir su esencia, Peter Saville eligió para portada la tumba de un cementerio de Génova, Italia, fotografiada por Bernard Pierre Wolff. El disco llegó al sexto lugar en las listas británicas. Todo un suceso.
El 17 de mayo Ian Curtis llegó en la noche a su casa en Barton Street 77, en Macclesfield. Se sentó a ver por televisión la película alemana Stroszek (Werner Herzog, 1977). Natalie, su hija de 13 meses, dormía en casa de sus abuelos y Deborah, su esposa, cumplía con su horario de trabajo en un bar. Tras las surrealistas y bizarras escenas finales del filme que presentan imágenes de una gallina bailando, un pato tocando una batería y un conejo sobre un carro de bomberos de juguete activando la sirena, Deborah llegó y discutió con Ian. Ella se fue a casa de sus padres. Él, en medio del enfado y la confusión, colocó en el tocadiscos el LP The Idiot, de uno de sus héroes, Iggy Pop, mientras escribía las últimas letras de su existencia: En este momento quisiera estar muerto. Simplemente no puedo aguantar más.
Curtis, cuyo cuerpo inerte y bamboleante pendió del perchero en la cocina, no tuvo ocasión de disfrutar el gran éxito posterior del grupo y del que sería su tema más popular, Love Will Tear Us Apart, frase que por cierto Deborah mandó cincelar en su lápida. En 2002 el sitio de bienes raíces Rightmove.com describía la pequeña propiedad de Barton 77 como: “Un sitio ideal para compradores por primera vez”.
Tras la tragedia de su vocalista, el resto de Joy Division mutó en New Order, dando un salto natural hacia un sonido new wave con acento en lo electrónico, donde Kraftwerk y Depeche Mode marcarían el rumbo. Las escasas grabaciones de su trabajo como cuarteto con Ian continúan reeditándose, aunque los dos álbumes de estudio bastan y sobran para que ostenten la categoría de leyenda, una muy difícil de olvidar.
Correo-e: ladoscuro73@yahoo.com.mx