La primera atracción consiste en un 55% en el lenguaje corporal, en un 38% en el tono y la velocidad de la voz y en un 7% en lo que se dice. Así llegamos a un 100% que, según la bióloga y antropóloga Helen Fisher, supone enamorarnos. INGIMAGE
Con un tiempo que oscila entre los 90 segundos y los cuatro minutos ya sabemos si nos sentimos atraídos por alguien. Así lo ha determinado el centro de investigación británico AT. La primera atracción consiste en un 55% en el lenguaje corporal, en un 38% en el tono y la velocidad de la voz y en un 7% en lo que se dice. Así llegamos a un 100% que, según la bióloga y antropóloga Helen Fisher, supone enamorarnos y aunque su exteriorización y práctica sean distintas en función de cada cultura, el sentimiento del amor es exactamente igual en cualquier humano.
En el proceso de enamorarse, desde la primera atracción hasta el momento del compromiso, participan las mismas hormonas en todos los humanos. La atracción física la motivan la testosterona y los estrógenos tanto en hombres como en mujeres. En cambio, en el acercamiento de una persona a otra es cuando aparecen las hormonas clave en el enamoramiento, aquellas que provocan los síntomas de bienestar y excitación. Concretamente, son la adrenalina, la dopamina y la serotonina.
La primera se activa en el cerebro, acelera los niveles de sangre y cortisol y es la que causa que podamos sudar, que nuestro corazón se acelere o que se seque la boca cuando nos acercamos a otra persona. La dopamina, por su parte, causa el deseo, a la vez que activa el placer, algo comparable al efecto de tomar cocaína. Además, la dopamina nos da energía adicional y hace que tengamos menos hambre y sueño. Por último, la serotonina es la hormona culpable de la sensación de no dejar de pensar en la otra persona. En este sentido, tras un experimento en la universidad de Pisa, se comprobó que un alto nivel de serotonina en un cerebro enamorado es equivalente a unos niveles bajos de la misma hormona en pacientes con trastornos obsesivo-compulsivos.
Helen Fisher, una de las grandes estudiosas de este fenómeno, afirmó que el cerebro está preparado para mantenerse enamorado durante años. En su última investigación, su equipo observó las mentes de parejas recién enamoradas y las de otras que llevaban más de dos décadas y se comprobó que los niveles de dopamina y serotonina pueden ser iguales, aunque en aquellas personas que empiezan una relación, pudo verse una zona en la que los cerebros producían ansiedad, mientras que los más longevos en el amor tenían esa misma zona en calma.
Y es que, de hecho, el enamoramiento sería incompleto sin otras dos hormonas, que motivan el compromiso y la necesidad de estar con otra persona. Por un lado, la oxitocina es la hormona que todas las personas liberan en el orgasmo, por lo que cuanto más sexo tiene una pareja que ha experimentado el proceso de enamoramiento, más posibilidades tiene de fortalecer su vínculo de compromiso. Por otro lado, la vasopresina es una hormona que se libera después de tener relaciones sexuales y su efecto tiene que ver con el compromiso a largo plazo. De hecho, mediante un experimento con ratones, a los que se les dieron una sustancia que minimizaba sus niveles de vasopresina, un grupo de científicos determinó que el lazo entre las parejas se deterioraba inmediatamente, puesto que no sentían la misma necesidad de proteger a sus parejas ante algún peligro.