En el encuentro jugado en Cancún el pasado sábado, el equipo de Cruz Azul consiguió el tanto del empate mediante una mano del delantero Emanuel Villa. No es la primera vez, ni tampoco será la última, en que se gane un gol precedido de este tipo de faltas en la alta competencia, pero siempre habrá motivo para revisar este comportamiento desleal.
La "Máquina Celeste" es el único equipo de primera división que tiene en sus filas a un asesor arbitral. Desde la campaña anterior incorporó a Armando Archundia para el desempeño de esas funciones y le tiene que "brincar" a uno el hecho de que en dos semanas consecutivas, jugadores celestes se hayan manejado de manera antideportiva. El primero fue Néstor Araujo quien fingió una agresión por parte de Mauro Cejas, provocando su expulsión y ahora el "Tito" deposita el balón en la red con el antebrazo.
El propio jugador ha reconocido su falta e incluso fue a disculparse con el árbitro del partido. Sin desmerecer el gesto creo que no basta ya que el fondo del asunto es que el jugador está dispuesto a hacer cualquier cosa por ganar, incluida la trampa, sin importar el daño que le hace al juego mismo.
Alguna vez afirmé que el jugador salta a la cancha con el deliberado propósito de engañar al juez. Varios exfutbolistas me dijeron que eso era imposible ya que ellos no se preparaban para el fingimiento de faltas o sacar ventaja alguna. Mi conclusión es que quizá no salgan con esa cuestión en mente, pero si se les presenta la oportunidad, inmediatamente obrarán con dolo, independientemente de que lo reconozcan más tarde o tengan la categoría de disculparse.
Ahí está el ejemplo de Villa: Él afirma que fue instintivo lo que hizo, ya que el balón le apareció de pronto. Quiero creerle pero, ¿y el desaforado festejo?, el hombre salió como si hubiera metido un "gol de bandera", abonando a la confusión del silbante y su auxiliar.
La página de internet de Televisa Deportes hizo una encuesta donde se preguntó si Villa debió reconocer su falta y hacérselo saber al de negro. Más de la mitad de las respuestas fueron "no", aduciendo que así es el futbol.
Es ahí donde me entra el coraje. Entonces no pretendamos enseñar valores si cuando se presente la oportunidad nuestros jóvenes se van a pasar de listos o a delinquir, al fin que todo se vale.
La comisión disciplinaria tendría que sancionar la trampa cuando ésta sea manifiesta y qué mejor que empezar con el delantero celeste.
Como dice Alejandro Lerner en la letra de su famosa canción "Todo a pulmón": "Qué difícil se me hace, mantenerme con coraje, lejos de la transa y la prostitución, defender mi ideología, buena o mala, pero mía, tan humana como la contradicción".
De nada sirven las campañas de concientización si el ejemplo de un futbolista, ídolo de millares, es el de un tramposo. ¡Qué difícil!
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