El tema del racismo en el futbol ha añadido a sus páginas un capítulo más. En la ya legendaria rivalidad entre el jugador uruguayo del Liverpool, Luis Suárez y el defensor del Manchester United, francés y negro por raza Patrice Evra, el sudamericano se negó a estrechar la mano del galo en la ceremonia previa al enfrentamiento entre estos dos clubes en la Liga Premier.
Como se recordará, Suárez fue suspendido 8 cotejos y multado con 48 000 euros por proferir insultos de contenido racial en varias ocasiones en contra de Evra. En este tipo de incidentes frecuentemente suele ser la palabra del uno contra el otro y aunque el atleta de color reconoció haber insultado también a su oponente, la justicia deportiva inglesa se le dejó caer de la tercera cuerda al charrúa, quien pese al castigo demostró ser rencorocillo y ardidón.
Esto dio pie a que el francés celebrara en las narices del buen Luis la victoria al son de 2 por 1 del ManU en Old Trafford aunque luego reconociera que su actitud no fue la correcta y ofreciera disculpas por "brincar" en el saludo al morenazo.
La Federación británica parece ser inmensamente sensible a este tipo de asuntos y para botón de muestra, está el culebrón que se ha armado en torno a John Terry, capitán del Chelsea y de la selección nacional, a quien precisamente por verse involucrado en temas de raza con Anton Ferdinand, fue relevado de portar el gafete en el "Equipo de la rosa", obligando incluso a Fabio Capello, estratega de los ingleses, a presentar su renuncia al sentir que esa sanción menoscababa su autoridad e iba más allá de las atribuciones directivas del organismo rector del balompié en esa nación.
Insisto en lo delicado de la situación porque generalmente no existen testigos y si los hay, normalmente apelan al código de que lo que sucede en la cancha, en la cancha se queda y de esa manera prefieren dar vuelta a la página.
Particularmente viví algo parecido: En una ocasión sancioné un penal, (que por cierto no era), en contra del "Correcaminos" jugando frente a Chivas en el estadio Jalisco. Vinieron las protestas encendidas de los jugadores afectados, que además se "rifaban" por la permanencia en la Primera División. Se cobró el penal y con él, perdieron el partido.
Al día siguiente me enteré que se me acusaba de insultar al hondureño José García, siendo citado por la comisión disciplinaria.
Han pasado muchos años, pero le puedo jurar a usted, por mi madrecita santa, que en ningún momento manifesté desprecio a la raza o insulté a dicho jugador. Obviamente cuando los citaron a comparecer, ninguno quiso asistir, pensando que de hacerlo, el gremio arbitral en pleno se volcaría en su contra.
Los insultos, para bien o mal, forman parte del juego, pero creo que la denostación racial o física no se vale. Es simplemente, una cuestión de respeto.
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