Ha transcurrido más de la mitad del campeonato de la Primera División en nuestro país y todo parece indicar que el tema del descenso está totalmente finiquitado, toda vez que Estudiantes Tecos no logra levantar cabeza y ya son siete los puntos que lo separan de su cercana víctima, que sería en este momento el Atlas.
El tema tiene que pasar por preguntarse dónde perdió la brújula la directiva del cuadro representativo de la Universidad Autónoma de Guadalajara, ya que no se trata de novatos o bisoños en este negocio ni gente que haya llegado antier al futbol con la idea de enriquecerse. Al contrario, a la familia Leaño le ha costado mucho dinero mantener al equipo en el máximo circuito, y si bien es cierto jamás se han caracterizado por su paciencia, parece que ahora sí se les acabó el veinte.
Los Tecos han sido el equipo que más uniformes y técnicos han tenido en su historia. Incluso algunos entrenadores han sido "reciclados" en diferentes periodos como Julio César Uribe, Eduardo Acevedo y, recientemente, José Luis Salgado, y tienen en su palmarés un solo título de liga, aquel que ganaron en la temporada 1993-94, de la mano de Víctor Manuel Vucetich. Incluso en aquella ocasión don Juan José Leaño sentenció que le firmaría un contrato de por vida al "Vuce" y ocho semanas después lo corrió ignominiosamente.
También se han caracterizado por tener buen ojo para la contratación de extranjeros y vienen a mi memoria elementos tales como Miguel Ángel Gamboa, Mario Óscar Maldonado, Osmar Donizete, Marcelo Goncalves, el "Oso" José Luis Salazar, sólo por mencionar algunos pertenecientes a la "vieja guardia".
Yo creo que las penurias del cuadro estudiantil empezaron cuando el nieto de los jerarcas, el famosísimo "Cheto" Juan Carlos Leaño, se emperró en ser futbolista profesional y no encontró mejor escaparate que el club de su propiedad. Ello obligó a sus consanguíneos a modificar todo el esquema de contrataciones para que el niño pudiera jugar, es decir, entrenadores que entendían perfectamente que no podían sentar en el banco al heredero, compañeros que sabían que dependían del favor del riquillo de la comarca y toda una maraña alrededor de los diez jugadores que podían acompañar al júnior en la alineación titular.
Esto aunado a la falta de humildad del interesado, ya que seguramente se siente un crack, ha ido llevando al cuadro de Zapopan a un atolladero del que no parece haber escapatoria.
Particularmente viví el veto de los Tecos cuando fui designado a la gran final contra Santos, y la Comisión de Árbitros, presidida por Marcel Pérez, se prestó a esa bajeza. Créame que no les guardo ningún rencor. Tecos es un equipo tan gris, que ni siquiera tiene la gracia de caer gordo.
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