Las malas nuevas vuelan y se esparcen como reguero de pólvora. De esa manera nos enteramos, la tarde del domingo, de un percance automovilístico que involucró a Moisés Muñoz, guardameta del América y a su familia.
Los reportes en principio no eran nada halagüeños, ya que se hablaba de una gravedad extrema del estado de salud del cancerbero, producto de la volcadura que sufrió cuando regresaba de Morelia a la Capital de la República.
Siempre que sucede un accidente de esta magnitud, inmediatamente se especula cuál pudo ser la razón, dado el carácter público del personaje en cuestión, emitiéndose las más variadas hipótesis, que pueden ir desde el exceso de velocidad, hasta la ingestión de bebidas alcohólicas, pasando por la imprudencia o el cansancio extremo.
Parece ser que en el caso de Moy se tiene que hablar de una fatalidad simple y sencillamente, puesto que viajaba, según testigos presenciales, a buena velocidad y dado que lo hacía con sus pequeñas hijas y su esposa, es impensable suponer que estaría bajo el influjo de vapores etílicos.
Los partes médicos emitidos la noche del domingo y a lo largo del día de ayer, señalan que el estado de salud del futbolista es delicado pero estable y que seguramente podrá continuar no sólo con su vida normal, sino inmerso en la actividad deportiva de la que hace su modus vivendi.
Los accidentes viales son una de las causas más importantes de decesos en nuestro país y en muchas ocasiones, aunque se preserve la vida, quedan secuelas tristes y dolorosas para aquel que lo vivió y para sus familias.
Otros deportistas no tuvieron la suerte de Muñoz y recuerdo cuando era niño, comiendo en casa de mis abuelitos, que por la radio dieron la noticia de la muerte del "ciclón mexicano", el rejoneador Carlos Arruza, fallecido en la carretera México-Toluca.
En otra ocasión fuimos cimbrados con el anuncio de que Fernando Bustos, impresionante extremo derecho de Cruz Azul y de la Selección, había perdido la vida en un accidente vial.
Los expertos en la materia han dicho que el peleador llamado a ser el más grande de todos los tiempos era Salvador Sánchez. Sin embargo, la parca se lo llevó una noche en que conducía su auto deportivo en las cercanías de San Luis Potosí, cortando de tajo esa esperanzadora carrera.
En tiempos más recientes, un lunes de tantos se esparció el rumor de que un jugador del Pachuca había fallecido. Efectivamente, horas más tarde se confirmó que Pablo Hernán Gómez, delantero de los "Tuzos", había destrozado su vehículo en alguna carretera hidalguense, conmocionando y llenando de luto al futbol nacional.
A Moisés lo saludo frecuentemente en Cuernavaca, donde asiste a jugar golf. Espero pronto poder darle un abrazo y felicitarlo por librarla. Qué bueno que su accidente no engrosó el expediente de… las malas noticias.
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