Recientes investigaciones han revelado la existencia de actos de corrupción al interior del máximo organismo rector del futbol mundial.
El hecho reviste una extrema gravedad ya que no por haber sido cometidas en administraciones pasadas pierden peso y al contrario, dejan ver que ha sido la transa y el arreglo en lo oscurito, moneda de curso común en la FIFA.
Resulta que uno de los socios comerciales de la federación internacional, ISL, otorgó jugosas comisiones al entonces presidente Joao Havelange y a otro brasileño, vicepresidente de la misma organización de nombre Ricardo Teixeira, quien aparte de ser paisano del "preciso", era además su yerno.
La cosa no para ahí; el actual mandamás de la organización, Joseph Blatter, fungía como secretario general y es sabido por todos aquellos que tuvieron algo que ver con el futbol internacional, que no había un papel o una llamada que no pasara por su escritorio, por lo que resulta difícil creer que no estuviera al tanto de las marranadas de su patrón.
Otra cuestión que no es asunto menor es que el señor Teixeira fue presidente de la comisión de arbitraje de FIFA en los años finales del reinado, perdón, de la administración de su "papá suegro". ¡Imagínese!, uno de los pilares de credibilidad del balompié mundial, dirigido por este facineroso.
Ahora don Pepe, desde su despacho en Zurich, Suiza, declara que en alguna ocasión lo intentaron sobornar. Esto fue para "arreglar" al juez en un encuentro eliminatorio para el Mundial de México 86. Dice que no hizo ninguna denuncia porque en aquellos días no existía un comité de ética.
¡Habrase visto mayor descaro! El señor tenía jefes y no podría dejar que su apatía manchara con la duda el desarrollo de un juego eliminatorio. ¿Usted le cree a Blatter? Yo tampoco.
Viví 13 años como juez en FIFA y tenía la certeza de la absoluta honorabilidad de sus miembros. Con los años hemos visto "cosas raras", como la salomónica decisión de dar el Mundial 2012 a Japón y Corea, cuando se rumoró insistentemente que ambas federaciones había regalado presentes al comité ejecutivo, sobrepasando los "topes de campaña".
Luego vino la extrañísima situación donde un octogenario neozelandés, Charles Dempsey, tras retirarse unos minutos de la ardua deliberación que tenía empatados a Alemania y Sudáfrica para organizar el Mundial 2006, luego de haber votado en primera instancia por los africanos, regresó y anunció su abstención para que los teutones ganaran 12 votos contra 11.
Del sospechoso y ventajoso otorgamiento de los mundiales a Rusia 2018 y Qatar 2022 por parte de Blatter, mejor ni hablamos.
Para concretar lo que pasa, he acuñado el término "fifiosos" para, parafraseando al vocablo "mafiosos", definir a esta caterva de delincuentes.
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