Arrancó el torneo de la nueva Liga MX y como era de esperarse, la mayoría de los encuentros terminaron con empate, escasas emociones o francamente aburridos.
Los cuadros de gran convocatoria no pudieron sumar más que de a uno, ya que Pumas, América y Cruz Azul obtuvieron empates y las Chivas cayeron en su visita al averno frente al Toluca.
Sin embargo, el encuentro que acaparó los reflectores fue el Atlante ante Pachuca y lo hizo por razones extrafutbolísticas: El famoso pique entre Ricardo Antonio La Volpe y Hugo Sánchez, hoy enfrentados como estrategas de estos equipos.
La rivalidad entre este par de personajes nació cuando ambos eran jugadores. En un enfrentamiento entre el Atlante, donde La Volpe era el portero, y los Pumas, Hugo marcó tres goles, uno de ellos, de la más bella manufactura en la historia del futbol mexicano.
Al ser entrevistado, el meta argentino minimizó la tercia de tantos y en referencia a la pintura de gol dijo: "Jamás me hace uno igual".
Pues resulta que llegó la segunda vuelta del torneo y ¡tómala, bigotón!, que el "Niño de Oro" le va repitiendo la dosis al atlantista. Tres goles, y uno de ellos similar al portento de unos cuantos meses atrás.
Hugo se fue a España, donde triunfó clamorosamente y Ricardo empezó a hacer historia en su carrera como director técnico. Al terminar el Mundial de Estados Unidos 1994, los Potros de Hierro ficharon al entonces ya "pentapichichi" para ser entrenado por La Volpe y ahí se armó la de Dios es Cristo.
La fuerte personalidad de ambos era incompatible con el estatus de respeto y subordinación que debe existir entre el técnico y el jugador, reventándose la liga en una gira que hacía el equipo por Europa.
Resulta que en Austria, luego de tomar el desayuno, Sánchez Márquez se levantó de la mesa y se dirigió a la salida. La Volpe le dijo "provecho", sin obtener respuesta del ariete mexicano. Al sentirse ignorado, el mentor repitió en tono más alto "provecho", lo que motivó que Hugo regresara y le reclamara que si nunca era educado y cortés con ninguno de sus dirigidos, se hiciera el chistoso justo con él.
Vinieron gritos y empujones y la apresurada intervención de los compañeros evitó que la sangre llegara al río.
Cuando Ricardo Antonio dirigió al Tri, tuvo su "diablo particular" en la persona de Hugo, quien no perdía ocasión de criticarlo acremente. Cuando a él le tocó el turno y fracasó, fue el pampero quien le recordó que entrenar a la Selección "no era cosa fácil".
Al más puro estilo de Pedro Infante y Jorge Negrete en la inolvidable cinta "Dos tipos de cuidado", este par nunca perdió la oportunidad de lanzarse bravatas, habladas y cuchufletas.
Por eso, ahora que se esperaba que echaran mano a sus fierros, un hipócrita apretón de diestras pareció mucho ruido… y pocas nueces.
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