Al igual que muchos mexicanos, adeptos o no al pugilismo, el pasado sábado, aniversario de la Independencia de nuestro país, me dispuse a presenciar, vía el televisor, la pelea que en Las Vegas escenificarían Josesito López y Saúl "Canelo" Álvarez, por la supremacía en el peso superwelter versión Consejo Mundial de Boxeo.
Durante semanas fuimos literalmente bombardeados por la publicidad de este duelo y conocimos al tapatío y a su retador en sus más íntimas facetas, aunque siempre quedaba en el ambiente que lo único que se perseguía era obtener un rating mayor que el de la "casa de enfrente".
Porque en el día patrio se enfrentaban, también en la "ciudad del pecado", Sergio "Maravilla" Martínez y el heredero de las viejas glorias, Julio César Chávez, sólo que ellos se disputaban la corona de peso mediano del referido CMB.
Esta rivalidad entre Saúl y Julio no se da sólo en la lucha por la audiencia en cada una de sus peleas sino que, según afirman los malpensados de siempre, son hechura publicitaria de las televisoras nacionales. El Júnior de Televisión Azteca y el "Canelo" de Televisa y a ambos se les han puesto rivales a modo para que consigan triunfos más falsos que bubis de vedette.
Todo ello, siguen diciendo las lenguas de doble filo, con el descarado objetivo de que se vean las caras en un futuro, que por cierto luce cada vez más lejano.
Chávez se vio sobrado ante su rival argentino, que se ve tiene más mañas que un gato viejo, y cuando quiso liquidarlo, simplemente no le alcanzó. No sólo perdió el cetro sino la calidad de invicto en su joven carrera boxística.
En cambio, al pelirrojo nacido en Guadalajara le bastaron cinco rounds para liquidar a su oponente y de esa manera seguir con marcha perfecta y reinando en su división.
La pregunta que muchos nos hacemos es: ¿Será tan bueno? Porque al margen de los jilgueros televisivos, que algo han de saber, escucho a mucha gente que opina que no.
Hasta antes de Josesito, el púgil azteca había enfrentado a peleadores veteranos, algunos más allá del límite de la edad que aconseja el rudísimo estándar del deporte de las "orejas de coliflor". Incluso me contaron unos amigos, de esos maloras de Culiacán, que le apodaban el "cáncer de próstata", ya que le pegaba a puro cabezón arriba de 40 años.
En lo que todo el mundo concuerda, es que se trata de un profesional en toda la extensión de la palabra y eso, en una actividad donde los fiesteros abundan, le deberá abrir más puertas que la sola publicidad.
Ahora se sueña con una pelea ante Floyd Mayweather, la cual sí sería una prueba irrefutable de la calidad del mexicano, en caso de ganarla, aunque seguramente habrá otros combates intermedios.
Para llevar 41 victorias, 30 de ellas por nocaut, pienso que algo debe de tener.
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