Pumas ha pagado un altísimo precio por su osadía de traer a la institución a un director técnico anárquico, desactualizado, sin la menor identificación con los colores azul y oro, necio y para colmo afectado de sus facultades mentales.
Lo último dista mucho de ser una broma o un lugar común para designar a aquel que hace cosas raras, no, Mario Carrillo requiere, urgente, ayuda profesional.
Independientemente de la cadena de errores que ha cometido la actual directiva del cuadro del Pedregal, desde dejar ir a Memo Vázquez, contratar a Joaquín del Olmo y luego, a la menor provocación cesarlo para traer al "Capello", la realidad es que el entrenador, hasta ayer en funciones, entretejió la soga con la que fue ahorcado.
La más elemental lógica señala que, al llegar a un equipo con crisis de resultados, lo primero que se debe hacer es echar mano del pie veterano. Carrillo se desentendió de ello impidiendo incluso la comunicación directa de los jugadores con él.
Segunda y elemental medida: Poner a jugar a los refuerzos, que si bien no fueron escogidos por Mario, ni le tomaron parecer, constituyen un activo fundamental y bastante caro por cierto, para el equipo universitario.
Además, si va a voltear a ver a la cantera, debe arroparlos con aquellos elementos que tienen la piel lo bastante curtida como para no espantarse ante ningún rival, mucho menos el odiado América.
Sabemos que el estratega es afecto a las cábalas y que nunca ha negado la asesoría de una mujer, de quien se dice es una mezcla de sicóloga, espiritista y bruja y que responde al jocoso nombre de "Mamá Toña".
Si los consejos de la fémina en cuestión son seguidos por Mario, sólo él lo sabe, pero que sus decisiones, prácticamente todas, estuvieron teñidas de sinrazón, es absolutamente innegable.
Mario Carrillo es muy sangrón, pero bueno, yo no lo quiero para yerno. Lo cierto es que cayó mal parado desde el principio en el banco felino y jamás hizo nada por remediarlo. Sus poses de "divo" en el área técnica, las declaraciones impertinentes en cada conferencia de prensa y los malos resultados acabaron con la paciencia de aquellos que lo trajeron y le dieron un voto de confianza más falso que promesa de diputado.
Ahora Pumas encarará el resto del torneo con el segundo interinato de Antonio Torres Servín, deseando de todo corazón que la locura no sea contagiosa.
El tema profesional es el que debería preocupar al señor Carrillo. Dudo mucho que alguna otra directiva en el futbol mexicano tenga la candidez de los universitarios para volverlo a contratar.
Dicen los que lo conocen que es muy dado a "morirse con la suya". Pues ojalá haya ahorrado lo suficiente en la época de las "vacas gordas", so pena de algún día, Dios lo cuide, se vaya a morir pero de hambre. ¡Muchacho loco!.
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