La verdad, tengo que disentir de los que vieron a un equipazo enfrentando al Atlante el sábado pasado, yo vi al mismo Santos Laguna del torneo pasado dirigido por Benjamín Galindo. Se volvió a quedar corto en busca de esa excelencia que se requiere para ser campeón. Dictó condiciones al arranque del juego, por momentos bailó a los Potros pero una vez mas le faltó punch para aprovechar el dominio y liquidar temprano la contienda. Una vez más la ultima media hora fue infartante para los seguidores santistas, una vez más los cambios quedaron muy lejos de ser una solución, Salinas y Rodríguez requieren de ayuda, que alguien entre para repartirse el trabajo, la responsabilidad de marcar, quitar y proyectar, los que entran, novatos y experimentados solo corren tras el rival y cuando por un momento la tienen descargan sobre los contenciones laguneros haciéndoles más pesada la carga.
Benjamín ha elegido los escenarios más improbables para debutar a dos chavos, una final en la cancha más atemorizante de México y en la jornada dos, de visita, después de perder puntos en casa, cancha mojada, el rival encima y defendiendo una magra ventaja. ¿Qué pasa por la mente de Galindo? ¿Por qué estos debuts tan estrafalarios? Sólo él sabe.
Mientras que los Guerreros no tengan un partido redondo, será difícil decir que se llegó al punto óptimo que tanto desea Benja, definir los partidos contra rivales visiblemente inferiores (como el Atlante) sin sobresaltos, imponer condiciones de principio a fin contra este tipo de rivales, nunca ver comprometida la victoria frente a equipos que luchan por salvarse, mientras se siga siendo un equipo bipolar, una hora como el Barcelona y la última media hora como el Zaragoza de Aguirre, será difícil tener la certeza de que esta vez la cuarta estrella es más que factible.
La llegada de Crosas deberá de ayudar, por lo visto en Cancún urge alguien que realmente ayude a los agobiados contenciones en momentos de apremio del rival, el relevo debe de dar calma y organización a la línea media y darles respiro a los dos que se parten el alma en esta formación, ¡pero con el balón! No basta con "echarle ganas" barriéndose para sacar la bola por las bandas o por la línea de meta, no basta con provocar faltas e interrumpir así los avances del rival, no basta corretear a los rivales sólo viéndoles el número, no, hay que agarrar el balón, tenerlo.
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