El torneo de Campeones de Concacaf, siempre tan vilipendiado y minimizado, vivió una gran doble jornada el pasado miércoles en Toronto y Seattle, miles de enfervorizados fanáticos haciendo grandes entradas, creando una atmósfera genuina de pasión futbolera. En la cancha de ambos estadios futbolistas muy buenos, buenos y regulares, peleando cada balón con ejemplar ahínco haciéndoles arduo el trabajo a los árbitros.
Incluso en el empate entre el Galaxy y Toronto en el BMO Field el considerado por sus enemigos "señorito Beckham", perdió el glamour, pero recuperó el fuego de su juventud encarando e insultando a un sector del público que no dejaba de hostigarlo cada vez que cobraba un tiro de esquina, sí, los civilizados canadienses arrojaban incluso latas de cerveza al marido de Victoria, caramba, de no creerse, aquí en nuestra región ya superamos ese tema.
En el Century LinkField emergió una inesperada rivalidad, vaya manera de pelear cada balón entre los hijos del sonido y Guerreros, despliegue físico con destellos de gran futbol, un arbitraje localista, común en este tipo de torneos, hubo de todo en esta doble jornada pero la palabra clave es interés, los cuatro equipos involucrados mostraron un auténtico interés de ganar el torneo e ir al Mundial, un buen paso para redimir esta competencia tan discriminada, sobre todo por periodistas mamucos, encandilados por lo que suceda en Europa, lo que sea, bueno, malo o regular, recurren al gastadísimo chiste: "la Champions región cuatro", y jaladas similares.
Los juegos de vuelta que definirán a dos semifinalistas en Los Ángeles y Torreón, tienen todo lo necesario para emocionar y entretener, seguramente contarán con buenas entradas, el interés profesional que han mostrado los equipos ojalá permee (cómo tenía ganas de escribir esta palabreja) a un mayor número de aficionados y sobre todo haga que el periodismo deportivo (en su mayoría plumas jóvenes) dejen de prejuzgar y al menos presten un poco de atención a este torneo, que como todos, tiene sus altas y bajas, ojalá dejen ese racismo absurdo sólo por ser de Concacaf.
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