¡Que siga la fiesta!, que no es baba de perico ganar oro en los olímpicos, ahora es el turno de nuestra afligida y golpeada Comarca Lagunera de rendirse a la magia del muchacho de La Partida, Coahuila. De agradecerle al delantero que con sus goles y esa fantástica inercia en la que está envuelto palea nuestras angustias y miedos, nos da motivos para sonreír y retadores plantar la cara al que quiera minimizar un ápice los logros de nuestro "Cepillo" (ahora Cepillo de oro y nácar)
Será previo al partido contra Pumas, y a pesar de la humildad y la modestia de Oribe tendrá que aguantar las oleadas de amor y simpatía del territorio guerrero cuando en el centro de la cancha miles le rindan pleitesía, ¿merecido?, ¡por supuesto que sí!, una y mil veces claro que sí.
Oribe ha luchado, quizás sin darse cuenta en contra de lo establecido, de políticas, influencias, negocio y mercadotecnia. Si Javier Hernández hubiera sido liberado por el United por supuesto que hubiera sido el delantero centro titular de la olímpica, es más, Peralta quizás ni siquiera hubiera sido convocado a pesar de los deseos del propio técnico Tena que después de los Panamericanos se dio cuenta de la importancia de Oribe, pero todos sabemos cómo se manejan las cosas cuando patrocinadores y representantes con poder económico y de influencia intervienen.
Cuando estaba en rehabilitación después de levantar el trofeo de campeón de Liga, tuve la oportunidad de saludarlo en las magníficas instalaciones del TSM y lo primero que le pregunté fue: ¿vas a ir a Londres?, y su respuesta no fue la típica "si así lo decide el profe"… no, me respondió con una confianza y tranquilidad sorprendentes "sí, claro que sí, en una semana estoy listo", y vaya que si estuvo listo, física y sobre todo mentalmente.
Oribe se encerró en lo suyo, la cancha, a agradecerle a Luis Fernando que haya resistido los embates de los que "sugerían", por ejemplo, a De Nigris (está más guapo, ¡por Dios! Flaco) Luis Fernando y Oribe se la jugaron en contra de prácticamente todos los intereses y ganaron, ganaron en grande. Ajeno a la tormenta que se le venía encima una y otra vez, si los demás se equivocaban venía el "¡vamos muchachos!", si lo hacía Oribe: "lo ven, siempre lo dijimos "Cepillo" no está para estos compromisos, le pesa la camiseta nacional" y otras sandeces por el estilo. Peralta no calló bocas, no señor, las hizo hablar y de qué manera, los poseedores de esas bocas, sonrojados hasta la raíz, humildemente solicitaban el perdón del goleador santista, se arrodillaban y reconocían su craso error, otro triunfo más para nuestro "Cepillo de oro y nácar".
Sólo nos queda asistir al Corona y hacerle saber al muchacho que aquí en su tierra siempre se creyó en él y que le agradecemos enormemente lo que ha hecho por nosotros. Sólo los que sienten el futbol bullir por sus venas saben de lo que hablo. Gracias Oribe y de las paredes de las casas de La Partida sólo escurre miel.
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