A finales de agosto de 2010 se descubrió que en el penal de Gómez Palacio se daba autorización a ciertos reos para que por las noches salieran de la prisión a ejecutar actos de barbarie. Entre aquellos hechos se recuerda los atentados a los bares denominados Ferri y Juanas, donde los reos en libertad dispararon a sangre fría a los comensales que se encontraban en esos antros. A esos sucesos, siguió el homicidio colectivo que se cometió en la quinta Italia, donde nuevamente el modus operandi fue el mismo: la ejecución con ametralladoras y al azar a los parroquianos desafortunados.
Decenas de jóvenes murieron en manos de esos malhechores que con la venia de la directora del penal, libremente podían abandonar sus celdas para cometer esos crímenes, con la obvia complicidad de las autoridades penitenciarias. Para fortuna del hoy senador Ismael Hernández Deras, entonces gobernador del estado de Durango, las elecciones para sucederlo apenas habían pasado y no tuvo que pagar el costo electoral que al menos su displicencia había causado.
Ahora, a más de dos años de aquellos hechos, nuevamente ocurren otros relacionados con la seguridad de los penales mexicanos en uno de los estados donde está situada La Laguna.
En este caso la fuga masiva de más de 130 reos del penal de Piedras Negras, que por mandato de ley es custodiado por el poder ejecutivo del estado de Coahuila, a través de la Secretaría del Seguridad Pública del Estado, que encabeza el secretario Jorge Luis Morán, quien a su vez acata las órdenes del gobernador Rubén Moreira Valdez, responsable final de la custodia de los penales estatales de su entidad federativa.
Desde el martes pasado se dio a conocer inicialmente que pasado el medio día 134 reos (86 de los cuales son del fuero federal y enfrentan procesos desde delincuencia organizada hasta delitos contra la salud) se habían escapado por un túnel de 7 metros de longitud y metro y medio de ancho, construido desde uno de los talleres del centro penitenciario y que desembocaba en una de las torres de vigilancia. Utilizando el propio túnel, los internos habían logrado amagar al celador y de ahí salieron al último cerco del penal, una reja de malla ciclónica, misma que había sido cortada para con ello acceder a campo abierto.
Sin embargo, con el transcurrir de las horas, el procurador del estado, Homero Ramos Gloria, y el secretario Morán, fueron actualizando la información y tuvieron que admitir que la fuga se dio contando con la complicidad de los funcionarios penitenciarios ya que resultaba imposible que tantos individuos hubieran salido del lugar a través del pasadizo de 7 metros. El último corte informativo al respecto señala que con la recaptura de 3 de los escapados y su declaración, además de los peritajes, concluyeron que los fugados lo hicieron por la puerta grande, sin necesidad de acciones furtivas como en un principio se había dado a conocer.
También se presume que la mayoría de los fugados emigró hacia el estado de Tamaulipas para reforzar a un grupo criminal, según la información que han dado a conocer tanto Ramos Gloria como Morán. Al final de cuentas es casi irrelevante cuál pudo haber sido su destino, si no se logra su recaptura.
En lo que se trata de la segunda fuga masiva más numerosa en la historia reciente de México, apenas detrás de la ocurrida el 17 de diciembre de 2010 en Nuevo Laredo, Tamaulipas, lo sucedido viene a caer como bomba en una sociedad coahuilense y particularmente la de La Laguna de Coahuila, que en este momento está más que nunca en manos de la delincuencia toda.
Si desde hace ya muchos meses era un hecho el robo de vehículo a señoras a mano armada, ahora nuevamente han resurgido en cifras escalofriantes los secuestros, con la nueva modalidad que ahora el objetivo favorito parece ser el de señoras de mediana edad. Hoy cualquiera es blanco ya de un secuestro, como la impunidad es casi absoluta, definitivamente todos estamos expuestos a sufrir un crimen tan deleznable como éste.
Rubén Moreira ha dedicado muchos de sus esfuerzos a dotar a Coahuila de un marco jurídico mucho más robusto, amén de su formación como abogado, y también a que no tiene mucho dinero, todo se lo gastó su hermano y Jorge Torres. Reformar y crear leyes hasta eso no cuesta tanto. Incluso, muchas de sus determinaciones pudieran ser tachadas hasta de moralistas, dependiendo de la óptica de cada quien, pero ahora que su gobierno formalmente es ajeno al desfalco que se le hizo a las arcas estatales el sexenio pasado, es su administración únicamente la responsable de lo ocurrido en Piedras Negras, lo que no hace más que tornar más ominoso el destino del estado y de La Laguna en general, en la que ahora todos los indicadores demuestran el estancamiento económico .
Parece que el desdén del gobernador Moreira y de su antecesor, su hermano Humberto, hacia la región está consiguiendo enviar al barranco a la otrora dinámica Laguna, tanto en lo social, eonómico y en lo que a seguridad se refiere pues ya nadie quiere venir a Torreón, ¿a que lo asalten, secuestren o extorsionen?
Quizá a don Rubén puede no importarle mucho, pero la escapatoria de más de cien presuntos criminales que ocurrió en Piedras Negras, tal vez eso sí le pese porque fue una cuantiosa fuga, no una huida de algunos intrépidos reclusos.