Hábito de aplazar las cosas que deberíamos hacer. La palabra se deriva del latín pro que significa adelante y crastinus que se refiere al futuro Eso es la procrastinación: postergar actividades o situaciones que deben atenderse, sustituyéndolas por otras situaciones más irrelevantes y agradables; dedicar nuestro tiempo a tareas menos importantes o menos prioritarias y que nos gustan más. Este término era prácticamente desconocido, pero gracias a Internet está tomando relevancia. De hecho Internet es una fuente infinita de procrastinación, por ejemplo, hay muchos oficinistas que en horas de trabajo entran con frecuencia a Facebook para comentar o subir fotos de gatitos.
Nos evadimos de las cosas que no tenemos ganas de acometer aun cuando lo que dejemos de hacer sea razonable y necesario para alcanzar un fin importante. Dejar las cosas para "mañana": no aprender inglés porque tenemos mucho trabajo o no tenemos dinero, no iniciar la carrera universitaria que tanto anhelamos, no ponerle acción a las buenas intenciones de mejorar en cualquier aspecto, etc.
Entre los estudiantes universitarios, por ejemplo, algunas estadísticas indican que entre el 80 y el 95% de los universitarios postergan sus obligaciones. Al hecho de que muchos estudiantes pospongan la entrega de sus trabajos hasta el último minuto del día de la fecha límite, se le ha llamado Síndrome del Estudiante. Este síndrome también se presenta en otros grupos sociales, como por ejemplo para presentar las declaraciones de impuestos mensuales o anuales o para comprar boletos de lo que sea.Y desafortunadamente, la procrastinación también se presenta en lo que respecta al cuidado de la salud, aunque sabemos que algo anda mal en nuestro organismo, por temor, posponemos la visita al médico lo más que se pueda.
De acuerdo con otros cálculos, entre el 15 y el 20 por ciento de todos los adultos se ven crónicamente afectados por la procrastinación y muy probablemente muchos mienten cuando se les hace la pregunta correspondiente. Hay personas que son procrastinadores eventuales, de vez en cuando, pero también los hay crónicos, que siempre postergan las tareas. A la mayoría de las personas les preocupa la tendencia a postergar y de hecho, la describen como algo malo, perjudicial y estúpido. Sin embargo, casi todos incurrimos en ella. A menudo aplazamos lo que es importante hacer, incluso para mejorar nuestra vida de algún modo, a fin de sumergirnos en otras actividades que nos agradan más.
¿Qué cosas nos empujan al máximo hacia la procrastinación? Las tareas que más tendemos a postergar, reúnen dos condiciones: no nos divierten, y es obligatorio realizarlas. Aplazamos las tareas que menos nos gustan y las cambiamos por lo divertido, lo fácil, lo que nos agrada y para las que nos sentimos más aptos, y lo hacemos sin pensar en las consecuencias de nuestra postergación, porque, por lo general vemos muy lejanos los efectos de la postergación. Por eso dejamos muchas cosas para hacerlas en el último minuto.
Existen tres tipos de procrastinación: por evasión, cuando se evita empezar una tarea por miedo al fracaso; por activación, cuando se posterga una tarea hasta que ya no hay más remedio que realizarla; y por indecisión, cuando se pone uno a pensar en la mejor forma de hacer una tarea, pero no toma ninguna decisión.
La costumbre de posponer las tareas, se genera al dedicarnos a otras actividades como navegar en Internet, leer libros, salir de compras, comer compulsivamente o dejarse absorber por la rutina laboral, todo ello como pretexto para evadirnos de alguna acción o decisión.
La razón principal de por qué no logramos nuestras metas es la procrastinación. No hacer lo que tenemos que hacer crea en nosotros sentimientos de culpa, intranquilidad e inseguridad y todo ello erosiona nuestra autoestima, porque estamos conscientes de que estamos actuando en contra de nuestros propios intereses y, a pesar de todo persistimos en la procrastinación.
Hay muchas personas cultas, brillantes y habilidosas que, por la procrastinación, simplemente se resignaron a aceptar su vida, una vida sin sueños ni proyectos, ni retos y llevan años viviendo en el conformismo. Probablemente alguna vez nos planteamos acabar con la postergación de tareas, hasta que acabamos postergando el querer dejar de postergar.
Los libros de autoayuda y de motivación nos dicen ¡Actúa ahora!, ¡hoy! ¡Que fácil decir y que tan difícil cumplir! Por ello no nos percatamos de lo importante y lo poderoso que es el tomar acción, hasta el preciso momento en que lo hacemos. Hay que tomar acción, aunque sea un gesto simple; la mayor parte de las veces, el momento de actuar es en caliente, cuando las emociones están a flor de piel, sin por ello dejar de reflexionar en las consecuencias de nuestros actos. No debemos dejar que el mañana se convierta en pasado mañana o en la próxima semana o el próximo mes, porque las ideas se enfrían, dejan de ser importantes porque postergándolas, les perdemos el interés.
No es difícil vencer la procrastinación, pero se requiere una voluntad férrea. Los tres pasos para hacerlo son: tomar acción, aprovechar el mejor momento para actuar que es cuando la emoción es fuerte, y celebrar las veces que vencemos la procrastinación. Valora lo que ganarás al terminar la tarea, piensa en que retrasarlo va a ser peor, si es una tarea grande, divídela en pequeñas tareas; míralo como un reto a tu fortaleza y determinación; elimina las distracciones cuando estés haciendo la tarea y piensa en los demás, a veces son ellos quienes pagan cara tu procrastinación.
La derrota personal más profunda que nos auto aplicamos está constituida por la diferencia entre aquello que uno era capaz de hacer y lo que logramos hacer en realidad, por los efectos de la procrastinación.
jgonzalez2001@hotmail.com