El dúo de líderes que protagoniza desde 2010 los esfuerzos para resolver la crisis de la deuda soberana en la Eurozona, Angela Merkel, canciller de Alemania, y Nicolás Sarkozy, Presidente de Francia, podría disolverse este año, después de las elecciones para la presidencia de Francia que tendrán lugar durante abril y, muy probablemente, mayo próximos.
A esta pareja de políticos, identificada por varios medios de comunicación como Merkozy, por la fusión de sus apellidos, le ha correspondido lidiar con la prueba más severa que ha enfrentado la Eurozona y la moneda común, justo después de cumplir una década de operación. Este liderazgo deriva, entre otros, de dos hechos evidentes.
Primero, ambos países son los promotores originales del proceso de cooperación económica en Europa, con la idea de compartir su producción de carbón y acero. Éste fue el antecedente para el Tratado de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero firmado en 1951.
Segundo, Alemania y Francia son las economías de mayor tamaño dentro de la Eurozona, representando en 2011 el 24.7 y el 21.2 por ciento, respectivamente, del Producto Interno Bruto total de esa región. Le siguen Italia y España con el 16.7 y 11.4 por ciento, respectivamente.
Aunque los resultados obtenidos hasta ahora por el dúo Merkozyen la solución de la crisis de la Eurozona son insuficientes, no puede negarse que esa crisis pudo haber sido peor si estos dos personajes no hubieran asumido una posición de liderazgo para tomar algunas decisiones impopulares.
Esto ya les ha costado a ambos líderes el retroceso de sus propios partidos políticos o aliados en algunas elecciones de carácter local. Pero la oposición a la estrategia Merkozy ha sido tanto dentro como fuera de Alemania y Francia. En el frente interno, hay oposición al uso de recursos para rescatar a los países en problemas.
Y en estos últimos hay resistencia para aplicar las políticas de saneamiento fiscal y de recortes a varios "derechos" sociales, necesarias para mejorar la competitividad de sus economías, ante la imposibilidad de recurrir a una política monetaria inflacionaria y/o a una depreciación del euro.
En ese contexto, la primera barrera que tendrá que superar el dúo Merkozy es la primera ronda de elecciones en Francia, previstas para el próximo 22 de abril. Aunque el Presidente Sarkozy no ha hecho oficial su intento de reelección, es un secreto a voces que lo hará a más tardar el 16 del mes entrante, cuando vence el plazo máximo para la presentación de candidaturas.
Por ahora, las encuestas favorecen a su contrincante el candidato del Partido Socialista, François Hollande. Éste aparece con una intención de voto cercana al 30 por ciento del electorado, mientras que Nicolás Sarkozy logra captar alrededor del 25 por ciento. Si estas cifras fueran las que prevalecieran, obligarían a una segunda y decisiva ronda a efectuarse el 6 de mayo.
En ella competirían los dos candidatos más votados, es decir, Hollande y Sarkozy. Actualmente, las encuestas indican que el primero derrotaría al segundo con un 55 por ciento de los votos, quedándose Sarkozy con el 45 por ciento. Esto sacaría del escenario al dúo Merkozy.
Pero el problema no se limita a la desaparición del Presidente Sarkozy del liderazgo europeo, sino que puede tener serias repercusiones sobre el contenido de la política comunitaria. En efecto, el candidato Hollande ha dicho ya que revertirá varias medidas adoptadas por Sarkozy para Francia y Europa.
En el primer caso menciona que reducirá a 60 años la edad de retiro en lugar de los 62 años actuales y prometió elevar los impuestos a los "ricos". Al mismo tiempo, Hollande es partidario de establecer una separación de las operaciones de la banca entre las actividades comerciales y las de inversión.
Al presentar su plataforma de campaña a finales de enero en París, Hollande declaró: "Debemos hacer un esfuerzo para que haya mayor equidad y controlar a la industria financiera. Separaremos el sector especulativo del sector crediticio." En este sentido, señaló que su mayor contrincante no es Sarkozy, sino la industria financiera.
En cuanto a la política económica europea, Hollande es partidario de crear una agencia pública crediticia europea y discrepa con Merkel sobre las medidas para enfrentar la crisis del euro. Por ejemplo, es partidario de ampliar el fondo de rescate europeo y buscaría una mayor intervención del Banco Central Europeo, algo que la señora Merkel ha rechazado insistentemente.
La pesadilla europea, por tanto, no parece que terminará pronto. En los meses siguientes no sólo Grecia, Italia y España buscarán refinanciar sus deudas a tasas "atractivas", sino que los electores franceses tomarán decisiones que serán trascendentales no sólo para su país, sino para la Eurozona y el desempeño económico del resto del mundo.