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La elefanta

GILBERTO SERNA

¡Pero es el Rey!, decía la elefanta, a cuyo cónyuge le habían dado un tiro en la frente, tiene derecho real, agregaba barritando, si no se divierte cazando: ¿qué otra cosa puede hacer? añadía. Se la pasa todo el día rascándose la panza junto a su familia y yernos. Ni modo que a su edad se dedique a perseguir mozuelas, ya no está para esos trotes y menos si trae fracturada la cadera por bailar bosa nova. Con sus orejotas, (el paquidermo no el Monarca), sus arrugados ojos (ambos), su corpachón, si advierte que alguien se le aproxima levanta la trompa enseñando sus largos colmillos (de éstos, sí carece el Soberano), arqueando la línea dorsal, amenazando con embestir mediante movimientos bruscos, hacia adelante y hacia atrás. El cazador lo espera a pie firme, teniendo detrás un experto tirador por si acaso (le tiemblan las corvas). Después se oye un disparo y como bulto cae la pieza. El país se llama Botswana, cuyos habitantes ya se aprendieron el numerito, por lo que al igual que los griegos que adentro de un caballo de madera, como botarga, se dieron a la tarea de destruir a Troya, así los botzswanos cubiertos con una vieja piel de elefante, toda agujerada, en cuanto oyen el bang se arriman a un árbol en cuyo tronco aplasta su descomunal y falsa probóscide.

El ufano cazador se arrima a regañadientes, castañeándole aún los dientes, para la fotografía de cajón. A un costado aparece quien en realidad hizo el disparo. Recibe un beso de una princesa alemana, presente en el Safari, cuidando que al hacerlo no se le caiga la dentadura postiza. El rey viejo nos cuenta que no lo repetirá, (lo siento mucho, Me he equivocado y no volverá a ocurrir,) como niño que recibe un regaño de sus padres, cuando fue sorprendido por el pueblo español que se enteró de su heroica hazaña cubierta de infame gloria, en donde el único cazado fue el propio Rey que tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por fuerte estropicio en su cadera.

El que se voló la barda fue el Premio Nobel, Mario Vargas Llosa, que opinó hay que pedirle a la casa real que estas actividades se desarrollen con discreción, sin excederse; sin chocar. Y ello precisamente, expuso, para mantener la legitimidad de la institución que, en opinión del Premio Nobel de Literatura, es muy valiosa y muy necesaria para España. El laureado escritor habla de callar, tener cuidado en lo que se dice. Reserva, prudencia y circunspección. No se refiere a que haya que actuarse de acuerdo con situación de los que viven en estrechez económica. Ni menos censura la escandalosa conducta del Rey, de hacer las cosas a escondidillas o sea en sus horas libres.

Las cosas que se cuentan en la calle nos indican que cuando el cazador es muy joven, y aun sus piernas son lo suficientemente fuertes para correr y tiene vista de 20-20, le dejan un animal de verdad con la pequeña circunstancia de que trata de uno viejo, patas artríticas, (algunos han sido vistos apoyándose en muletas), con colmillos tallados en madera pues los de marfil son vendidos previamente en el marcado negro, (¿en qué otro, estando en África?) La piel de por sí arrugada le cuelga al avejentado y corpulento trompudo. Viéndolos pesados, 100 a 120 kiilogramos uno dudaría que puedan nadar como al efecto lo hacen pues sin ninguna dificultad atraviesan lagos y ríos. El rey lo vio enfurecido saliendo a galope en su contra lanzando un incesante sonido gutural semejante al de un trombón, que no es otra cosa que una grabadora, disimulada en el follaje, para ambientar la cacería. Se dice que cuando presienten que la muerte se acerca inician un largo viaje para llegar al cementerio donde le esperan sus ancestros. Tienen una memoria proverbial.

A la fecha se encuentran protegidos en los parques nacionales. Los guías especializados, acompañan a los amantes de excursiones cinegéticas de todas nacionalidades, a reservorios donde los granjeros reciben a los ancianos mastodontes que posteriormente son vendidos para caza, para zoológicos y para circos, obviamente en toda la geografía mundial. En la India los utilizan como animales de carga. El motivo de que el elefante sea codiciado es debido al marfil que se utiliza en arte y joyería obtenido de las defensas del animal, vulgarmente mal llamadas colmillos. La naturaleza lo ha dotado de unas feísimas patas, pero muy útiles para el ser humano que para explicar un dolor que produce la angina de pecho los médicos le indican que es como si le pusieran una pata de elefante encima. Se usó el término por Walt Disney para crear el simpático personaje de Dumbo. En fin, le está costando caro al Rey tener que ver con una elefanta, más que sus escapadas para verse con ciertas damas, pues se le está pidiendo que por el bien de España y de la Monarquía, entregue la corona y el cetro, abdicando al trono en favor de su hijo, antes de que sea demasiado tarde.

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