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LA FORMA DE DECIR DE...

¿Chiquidrácula entra poseído al campo?

José Ramón Fernández

Señoras y señores, hace unos días leía yo a John Carlin hablar sobre el arbitraje a raíz de que el presidente del Benfica, al terminar el partido contra el Chelsea, decía que todo el mundo vio lo que pasó, que el arbitraje se ha convertido en un escándalo, y que es tan evidente que esto hoy es un negocio por lo que no se quería que su equipo pasase a la siguiente ronda.

Llega el Clásico Mexicano, Guadalajara-América, surge la expectación, el interés, la posibilidad de audiencia, lo que ustedes quieran, y aparece la cautivadora e indignante imagen de un árbitro como protagonista de un mediocre partido de futbol, lamentablemente.

¿Qué sucede? Hay quien propone, y lo dice Carlin, teorías de que los árbitros a veces favorecen a determinados equipos, una premisa aparte de que los árbitros son seres humanos y por lo tanto tienden a equivocarse o a favorecer consciente o inconscientemente cualquier jugada como cualquier espectador neutral, pero he aquí una opinión interesante, puede ser que los procesos cerebrales de los árbitros operen por 2 vías: 1. La táctica, la que calcula la legalidad científica de jugadas específicas. 2. La estrategia, la que le agrega una dimensión moral que contamina los juicios del árbitro. Dice que sería una locura de teoría, pero es, al menos, igual de plausible que aquella que mantiene que las decisiones arbitrales están tomadas de "antemano".

En México, desde hace tiempo, muchos pensamos que las decisiones están tomadas de antemano. Posición en la tabla, posición para la Liguilla, determinados árbitros para ciertos partidos.

La otra teoría, más real la de la conspiración, suele ser la preferida de los equipos que anteponen los resultados a todo, de los generalmente mediocres que no apuestan a jugar bien al futbol, bueno, hasta ahí palabras de John Carlin.

Recordando el Clásico, solamente una persona se atreve a elogiar a Marco Rodríguez, el presidente de la Comisión de Arbitraje. Puede ser como la teoría de "quien gana es callarse y decir que todo estuvo bien" y la teoría del que pierde "es protestar y decir que todo estuvo mal", el árbitro queda siempre entre 2 aguas, pita bien o pita mal, porque para pitar regular mejor ni presentarse a un campo de juego.

El problema del árbitro es que va más allá de los límites que le exige el reglamento y una vez que entra al campo de juego se ven en el papel de un dios. Aquí en México lo representa perfectamente Marco Rodríguez, autoritario por arriba de la autoridad, dictador por arriba de las dictaduras. Para mí es un árbitro totalmente impostor, juegue quien juegue, gane quien gane, sea el partido más importante, ese árbitro lo que busca es su lucimiento personal exclusivamente.

Jrfernandez@reforma.com

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