La ascensión al cielo hacia el Creador Alá, la mayor parte de las gestas evangélicas y el Vía Crucis hasta el desenlace glorioso después de la resurrección, ambos son los resquicios histórico litúrgicos de dos de las tres grandes religiones de la civilización humana, cristiana e islámica, todo esto acaecido en la llamada "tierra santa". Dicha zona geopolítica tuvo conflicto por su ocupación desde 1095 con la primera cruzada organizada por el papa Urbano II, derivado del concilio de Clermont en respuesta al yihad (equivalente musulmán a las cruzadas cristianas) de ocupar y dominar Jerusalén. Dato histórico que sale a colación a partir de la reciente noticia de la búsqueda, ahora en manos de la Asamblea General de la ONU, por reconocer a Palestina como un Estado, ya que ésta ha sido una población refugiada desde 1948 con la aparición del estado israelí, suceso que ha creado el conflicto más añejo de la historia reciente, debido a la contienda por la ocupación de aquel territorio.
Tras la resolución 181 de la incipiente organización de las naciones unidas que dividía el territorio medio oriental, y en la que se pretendía mediar entre dos movimientos en frontal conflicto; por una parte el sionista (movimiento judío nacionalista) que tenía la intención de crear una entidad estatal para los judíos, más aun después de la segunda guerra mundial, cerca de Jordania, tierra donde nació esa civilización, y por la otra, el movimiento nacionalista árabe, con ánimos de independencia como colonia inglesa. Finalmente ambos tenían la pretensión de establecerse en el mismo territorio, por lo que rechazaron la citada resolución pacifista. En mayo de 1948, la comunidad judía declaró unilateralmente la creación del Estado de Israel, acto que desencadenó la intervención militar de los Estados árabes vecinos en apoyo a los palestinos. Tras consolidarse como Estado y ser reconocido por las potencias del mundo, se desembocó una serie de disputas bélicas, derivadas ya por hostigamientos palestinos o política expansionista por parte del joven Estado israelí, como en el caso de la Franja de Gaza y Cisjordania, que prácticamente fueron arrebatados a los ya dispersos palestinos.
Durante los años setenta y ochenta, la OLP (Organización para la Liberación de Palestina) recompuso el tejido nacional palestino y organizó un Estado en el exilio que logró el reconocimiento y el apoyo internacional. La OLP combinó el encuadramiento de la población palestina refugiada, la acción diplomática y la lucha armada para liberar el territorio. Progresivamente la OLP fue aceptando la fórmula de la partición territorial, pero exigiendo la materialización de los derechos nacionales de su pueblo como las características de sujeto de derecho internacional público, es decir libre determinación, reconocimiento de su gobierno soberano y entidad estatal y retorno de los refugiados.
Toda esta narrativa histórica es pertinente para justificar la negativa israelí de reconocer el nacimiento estatal de Palestina actualmente, como ya lo estableció Netanyahu, mandatario de ese país, el pasado primero de diciembre, ya que en la Resolución 67/191 de la Asamblea suprema de la ONU se reconoció la calidad de Estado no miembro a Palestina por primera vez en la historia, por lo que concede libre determinación y soberanía al naciente Estado palestino en los territorios en conflicto ya mencionados. Lo que resulta de la postura negativa por parte de Israel, es que los acuerdos de paz, que comenzaron desde 1991 con la Conferencia Internacional de Paz para Oriente Medio y los tratados de Oslo y de Taba en los noventa, de por sí ya mermados, colapsaron abruptamente, declive que comenzó con la muerte de Yasser Arafat como principal figura de pacifismo desde su puesto como líder de la Autoridad Nacional Palestina (ANP). Los judíos radicales liderados por su gobierno conservador no muestran intenciones de negociar, pues a raíz de este proyecto de consolidación ante la ONU, la postura de Israel en voz de su mandatario es combativa al exponer "No se levantará un Estado palestino hasta que Israel sea reconocido como el Estado del pueblo judío y (..) hasta que los palestinos no declaren el final del conflicto".
De esto y de las medidas que han adoptado se desprende su propensión bélica, por ejemplo el ministro de finanzas israelí, Yuval Steinit, declaró que se confiscarán todos los impuestos recaudados por la autoridad nacional palestina en respuesta al reconocimiento, otro ejemplo sería la aprobación que se hizo el pasado 30 de noviembre de construir 3,000 viviendas mas en territorios ocupados.
El orgullo y radicalismo judío sionista y el ultranacionalismo árabe palestino son y serán óbice de concretar de una vez por todas la paz en Jerusalén, ya no es cuestión étnica, religiosa o económica, simplemente es la costumbre de un arcaico conflicto que de forma milenaria los actores quieren sostener, a partir de este crucial cambio se evidenciará si realmente los organismos internacionales y los principios del derecho internacional son cosa seria o simplemente pantalla para justificar el accionar de los potencializados y darle supuesta legalidad a los caprichos de los que detentan el poder en la comunidad internacional.