Cuando visitamos los lugares en los que se desarrollaron y decayeron algunas de las antiguas civilizaciones mesoamericanas, la primera impresión que llevamos, por lo menos es lo que me sucede a mí, es la majestuosidad del paisaje en el que se acomodan de manera simétrica los diferentes edificios en los que realizaban sus rituales religiosos.
En Teotihuacán, "lugar de dioses" por su significado en Náhuatl, se encuentra uno de los complejos arquitectónicos más impresionantes de Mesoamérica. Los teotihuacanos habitaron esta ciudad desde 100 años antes de la era cristiana hasta 700 años después de dicha era, posterior a este período de aproximadamente 800 años, desaparece esta espléndida cultura, casi sin dejar rastros, como ocurrió con otras civilizaciones mesoamericanas.
Caminar por la Calzada de los Muertos o subir a las Pirámides de la Luna y del Sol es una experiencia magnífica que cautiva e invita a la reflexión. Sin embargo, resulta difícil lograr una aproximación siquiera a la cosmovisión de estos interesantísimos teotihuacanos, que fueron capaces de crear una compleja cultura de la vida.
Cuando llegué al Museo de Sitio de Teotihuacán, pude completar mi idea de lo que fue esta ciudad. En una excelente maqueta se muestra cómo estaba constituida la ciudad, la sorpresa es ahora mayúscula, resulta que más allá del área de las pirámides, se encontraba un conjunto de departamentos donde vivían los teotihuacanos. Se comenta en las guías que en los tiempos de máximo esplendor, Teotihuacán contaba con más de 2,000 conjuntos de departamentos rectangulares, de un solo nivel y techos planos, que podían alojar entre 20 y 100 individuos por departamento. La construcción hecha de cal y canto, y su distribución nos indican un elevado bienestar de los habitantes urbanos.
Acorde con la información del museo, los arqueólogos han agrupado los conjuntos en seis grandes niveles socioeconómicos, desde los suntuosos palacios de los gobernantes supremos hasta las modestas viviendas de los ciudadanos más humildes. De acuerdo con los expertos, los departamentos contaban con aislamiento de ruido pues desde la calle era prácticamente imposible enterarse de lo que acontecía dentro de los conjuntos de departamentos, que estaban delimitados por altos paredones en talud carentes de ventanas y con accesos estrechos. En cada unidad departamental se ha encontrado que existían varios departamentos unifamiliares, compuestos por cuartos en torno a patios porticados que permitían la entrada de la luz, la captación de agua pluvial y la ventilación.
En resumen, Teotihuacán contaba con sistemas para el aprovisionamiento del agua del subsuelo y la captación de lluvia; drenajes, talleres artesanales, conjuntos habitacionales, mercados, calles, templos, palacios, un gran centro ceremonial y barrios donde vivían los integrantes de otros grupos mesoamericanos que se habían trasladado a esa ciudad. Los teotihuacanos eran excelentes agricultores, su experiencia en la captación de agua de lluvia les permitió incrementar la producción de alimentos y el almacenamiento de los excedentes.
Como puede notarse, la captación de agua de lluvia y la recarga de acuíferos subterráneos, forma parte importante, quizá fue la piedra angular, del desarrollo de la cultura teotihuacana. En qué momento se perdió este atributo, o dicho de otro modo, cómo fue que se perdió este conocimiento que durante 800 años fue utilizado y perfeccionado. Tal vez la respuesta se encuentre en los cambios que ocurrieron posteriormente en la cosmovisión de los nuevos pobladores, quizá las tecnologías fueron adoptadas, pero no la filosofía que trascendía su utilización, quizá en la nueva cosmovisión aparecieron intereses y ambiciones que iniciaron una nueva era: la de la explotación irracional del agua.