Ramón Shade.
Lejana de los centros neurálgicos de la producción artística y exenta del privilegio de las sedes de poder, la región lagunera se ha forjado a pulso un perfil singular. La voluntad y determinación de sus habitantes ha quedado plasmada a través de diversas manifestaciones artísticas que son el testimonio de su carácter e identidad.
Podemos pensar que el rigor del entorno ha operado como un crisol en el que se depura lo superfluo, dejando solamente la esencia de las cosas. Y que en el contexto de la comarca se ha edificado un oasis que es solaz para una vida en principio ascética, consagrada a las labores rurales en sus inicios, para elevarse con el tiempo en las expresiones del hacer estético actual.
En las dos últimas décadas, La Laguna ha sufrido profundas transformaciones como consecuencia de la apertura financiera de finales del siglo XX. Esta circunstancia ha traído consigo una importante diversificación en las actividades económicas locales, con un énfasis primordial en la industria, los servicios y la educación. Las repercusiones de tales cambios se han dejado sentir en todos los aspectos de la vida regional.
La semblanza aquí expuesta examina los aspectos y las personalidades de la producción lagunera en el ámbito de la pintura, la música, la danza, la literatura y la arquitectura, y a las condiciones del entorno educativo y cultural en el que cada una de ellas se genera. Si bien éstas no son las únicas expresiones en activo, conforman un núcleo que ha mantenido una producción continua que nos permite perfilar posturas y tendencias propias de la localidad.
Partimos de la convicción de que le arte así considerado es una actividad que a la vez resume el espíritu de una colectividad, nos revela la voluntad individual al construir el presente, prefigurando también una visión del futuro.
LA MÚSICA
La música existe en la región desde sus épocas tempranas. Su evolución ha caminado paralela al desarrollo regional, haciéndose presente en las rudimentarias expresiones de los primeros pobladores y las agrupaciones que son ahora orgullo de los laguneros.
Entre estas últimas destaca la fundada en 1930 por el profesor Tomás Prado e integrada en ese entonces por estudiantes de cinco escuelas, bajo el nombre de Banda Escolar Musical de Torreón. Fue el antecedente directo de la Banda Municipal de Torreón, establecida en 1943, misma que con transformaciones prevalece hasta la actualidad y goza de un nuevo espíritu.
Auspiciada por el gobierno municipal, ha experimentado un proceso de reconstrucción desde hace más de un año, tras un paréntesis en sus actividades en el cual se efectuó un programa de actualización musical en aspectos de técnica y teoría musical, ensamble y solfeo. Sus 30 miembros, bajo la dirección del maestro Juan Barrios, se presentan regularmente en la localidad.
La agrupación conjunta a veteranos y jóvenes, y en el aspecto instrumental se ha incluido una línea de flautas. Con la asesoría de músicos que se desempeñan profesionalmente, elaboraron un nuevo repertorio que está recibiendo una cálida acogida. De ello dan testimonio sus presentaciones regulares en los teatros Nazas e Isauro Martínez, siempre ante nutridas concurrencias.
Por su parte, la Camerata de Coahuila ha conseguido consolidarse como la mejor expresión de la música culta en el norte del país. En sus 17 años de existencia ha instituido una sólida reputación nacional, gracias a la determinación y empeño de quienes concibieron este proyecto y al esfuerzo de su director e integrantes. Es un notable ejemplo de lo que es posible obtener a través de la colaboración entre los particulares y las autoridades...
LA PINTURA
La pintura es crucial en el México posrevolucionario. El movimiento muralista llevó su mensaje de manera relativamente sencilla a una población con gran número de analfabetas y tuvo un fuerte impacto en la producción pictórica del país. Las manifestaciones tempranas de mayor significación en esta tierra se dieron bajo esta forma.
El punto de partida lo puso Salvador Taracena con la exuberante decoración del Teatro Isauro Martínez, en los años treinta. A mediados del siglo XX, periodo de particular bonanza, se realizó una nutrida cantidad de pinturas en las sedes de edificios bancarios, templos y centros educativos. Las obras de Raúl Esparza, de Alberto Ruíz Vela, Julián Martínez, del jalisciense Jorge González y el español Juan Bueno Díaz, entre otros, dieron carácter a una región que se encaminaba a la consolidación como conglomerado urbano.
Heredera de esta tradición es la creación de Gerardo Beuchot, quien ha logrado establecer una particular visión a la vez figurativa y simbólica, en los muros del templo Agustín Pro, la escuela Carlos Pereyra y el mural del vestíbulo del edificio del Banco de México, sede ahora de la presidencia municipal.
Interesado inicialmente en los temas indígenas, Beuchot ha explorado también el cifrado mensaje de la alquimia y en fechas recientes el entorno regional aunado al territorio del cuerpo. Sus evocadoras escenas nos refieren a los paisajes poéticos de José Othón, a la vez que nos sumergen en los oníricos parajes de la voluptuosidad anatómica. Trasciende el ámbito local con su reciente mural para ciudad Acuña.
Una figura que siguiendo la tradición migrante de la región ha venido a ampliar nuestro panorama plástico es el pintor Jorge Salcido. Poseedor de una sólida trayectoria que se extiende ya por 45 años y viajero incansable, conjunta su erudito conocimiento de la elaboración de papel recuperando las ancestrales técnicas de Egipto, Japón y el amate de la tradición otomí.
Aun cuando existen más de 30 universidades en la comarca, la formación en las artes plásticas ha sido limitada, y en concreto la enseñanza de la pintura ha tenido un desarrollo muy irregular. Pero tal circunstancia va cambiando, primeramente con el establecimiento de las casas de cultura auspiciadas por los programas oficiales, y en segundo lugar por los esfuerzos concentrados en pequeños núcleos independientes.
Uno de los ejemplos más representativos es el trabajo efectuado a lo largo de una década por los integrantes del Taller El Chanate, bajo la dirección del maestro Miguel Canseco. El suyo es un consistente esfuerzo alrededor del cual gravitan talentos maduros en plena producción, junto a jóvenes promesas que buscan una voz y una expresión propia. Entre los creadores relacionados en algún momento a dicho espacio podemos mencionar a Patricia Hernández, Eduardo Valenzuela, Teresa Hernández, Román Eguía, Alonso de Alba Bessonier, Marcela López y Cristina Treviño. Los premios obtenidos en el ámbito nacional por la obra gráfica de este proyecto son el mejor indicador de la calidad de su producción. Igualmente es encomiable que ‘los chanates’ no sólo enfocan su energía a la creación propia, pues mantienen las puertas abiertas para compartir su experiencia con las nuevas generaciones, a través de talleres periódicos de grabado y más disciplinas...
LA DANZA
La visita a México en 1919 de Ana Pavlova, la célebre bailarina rusa, provocó un revuelo inusitado en los círculos del arte de la capital del país. Poseedora de la expresión exquisita de la danza, tuvo la agudeza de incorporar en una de su presentaciones el jarabe tapatío. Quedó así establecida la polaridad entre la cual fluctuó la expresión dancística azteca durante décadas: el folclor y lo clásico.
La sed de cambio e innovación que trajo consigo la generación de vanguardia en los años veinte y treinta, tomó una de las mayores corrientes en el mundo occidental, fusionándola con la expresión local proclive a las manifestaciones nacionalistas. De ahí surgieron las figuras de la danza contemporánea que dominaron la escena durante las décadas subsecuentes.
A pesar de las limitadas oportunidades en la enseñanza del ballet de antaño, un lagunero alcanzó el puesto de primer bailarín en la Compañía Nacional de Danza: el recientemente retirado Raúl Fernández, quien conquistó ese lugar en la agrupación de ballet de mayor prestigio en el país.
La primera escuela de danza abrió sus puertas en la Casa de la Cultura de Torreón hacia 1974. El empuje inicial que incluía ballet, danza contemporánea y folclórica se disipó con el tiempo, dejó el precedente del entusiasmo de la niñez y la juventud hacia esta disciplina.
El Centro de Danza de la Laguna ha venido a contribuir a la formación de bailarinas en los últimos 36 años de manera constante y seria. La Academia Nijinsky es otra alternativa para la iniciación y un desarrollo temprano, así como la callada labor de Brenda Chávez en un espacio llamado Adaleline Genne.
Por su parte las contribuciones de Magdalena Briones, Pilar Rioja, Rosa Velia Vargas y las festividades de la Covadonga, propiciaron la proliferación de una de las expresiones dancísticas más sólidas: el baile español. Es una tradición que se remonta a los albores del siglo XX y que ha dado figuras femeninas de recia determinación y depurada calidad. El caso más notable es el de la misma Pilar Rioja, cuyos logros y excepcional carrera rebasan por mucho el limitado espacio de estas líneas. No lejos de ella se encuentra la fructífera labor de su hermana Milagros. Ambas son notables casos de permanencia y entrega en el medio.
Marisol Tricio, Mariana Villalobos y Verónica Muñoz se suman a las expresiones más recientes. Al igual que Marién Luévano Russek, figura central de la compañía de baile flamenco El Duende. Su educación en España, inmersa en la cuna del cante hondo, amplía el horizonte de esta vertiente dancística hacia un futuro promisorio.
Un lugar muy especial en este género es el que ocupa Itziar Muguerza. Su talento ha marcado toda una ruta para quienes se inician o desenvuelven ya en la danza española. El firme apoyo familiar a su vocación ha sido un factor clave para hacerse de una enseñanza que creció bajo la tutela de Pilar Rioja, taconeó en las duelas madrileñas y se sometió a la férrea disciplina de la formación del ballet británico. Sus presentaciones realizadas con la Camerata de Coahuila son muestra del refinamiento que puede alcanzar este noble arte. Sus pasos ahora se dirigen hacia la instrucción de nuevas generaciones, a la par que continúa su camino como bailarina...
LA LITERATURA
La producción literaria sobresale en relación a otras disciplinas del arte en la localidad. Como un río que en la distancia inicia su curso en estrechos arroyos, ha crecido hasta constituir un torrente que generoso vierte su vitalidad sobre un terreno fértil. Partiendo en las décadas tempranas del siglo pasado con esporádicas manifestaciones, la escritura producida en la región ocupa ya un lugar preponderante a nivel nacional.
Si bien por esta tierra cruzaron figuras de relieve de la literatura nacional como es el caso de Manuel José Othón y Salvador Novo, su tránsito fue como el paso del viento del desierto. Mayor fue la presencia del ultraísta español Pedro Garfias, seguido por un grupo precursor de plumas locales, entre quienes son imborrables las leyendas de Magdalena Mondragón, Enriqueta Ochoa y Emilio Herrera.
A partir de los años setenta inició un proceso de formación que resultó ser la semilla por la cual actualmente existe un núcleo de autores que de manera constante escriben, publican, editan, comparten sus experiencias en talleres e instituciones educativas y son promotores de la lectura. El conjunto de sus acciones nos permiten afirmar que aquí la cultura literaria crece pujante.
Así, el Taller Literario de la Laguna (Talitla) permitió el desarrollo de una generación de jóvenes que irrumpieron en la escena nacional obteniendo reconocimientos importantes. Entre sus integrantes destaca José de Jesús Sampedro, poeta zacatecano y fundador de la revista literaria de provincia más longeva, Dosfilos. De Talitla surgieron además el poeta Marco Antonio Jiménez, Ramón Antonio Armendáriz y Rocío Lazalde. El periodista Antonio Jaques y el controversial y entrañable Francisco Amparán, recientemente desaparecidos, fueron al igual sus activos integrantes.
El regresó a Torreón de Saúl Rosales en 1982 marcó un punto de inflexión en la solidificación de la literatura local. “Catalizador de la literatura lagunera”, lo define el también literato Gilberto Prado Galán. Saúl inició entonces una actividad febril en la que vierte sin reservas la experiencia. Desde hace años interviene en la docencia universitaria y la promoción de la lectura. En 1984 fundó el taller Botella al Mar, en el cual participaron Prado Galán, Jaime Muñoz Vargas, Édgar Valencia, Fernando Fabio Sánchez, Gerardo García Muñoz y Enrique Lomas, entre otros. La obra de estos creadores es la que ha cosechado mayores logros dentro y fuera del país. Sin embargo varios de ellos emigraron a otros puntos dentro y fuera de México.
Entre quienes aún radican en La Laguna descuella Jaime Muñoz. Su poliédrica actividad tiene en su haber obras de narrativa y poesía, ha ejercido el periodismo y encabezado proyectos editoriales propios. Su ácida observación de lo cotidiano la trasmite a través de sus comentarios en las redes sociales, en donde eventos invisibles a los ojos distraídos son transformados en explosivos aforismos. Jaime ha sido merecedor de varios premios nacionales de literatura, como el San Luis Potosí de cuento (2005) y el Rafael Ramírez Heredia de novela (2009).
En una segunda ola de escritores que emergieron o son aún partícipes del taller de Saúl, se distinguen nombres como Vicente Alfonso, Carlos Velázquez, Daniel Maldonado, Magda Madero, Angélica López Gándara y Rosa Gámez. Otra pluma de sólida trayectoria es la de Fernando Martínez Sánchez, mientras que entre las voces jóvenes pero ya firmes están Carlos Reyes, Daniel Lomas, Paulo Gaytán y Julio César Félix, quienes enriquecen con su obra el momento singular que atraviesa la literatura lagunera. Hoy por hoy este conjunto de autores posiciona a nuestra región en el ámbito nacional mediante la publicación de libros, participación en encuentros literarios y obtención de galardones...
LA ARQUITECTURA
Bajo la óptica de William Morris, la arquitectura es toda actividad relacionada con la transformación de la tierra, excepto el desierto, el mar y las producidas por los cataclismos y la Naturaleza. El caso de la Comarca Lagunera le hubiera hecho pensar dos veces tal afirmación, pues desde los primeros asentamientos en la región, ha sido evidente la capacidad del hombre para convertir la aridez desértica.
Los edificios circundantes a la Plaza de Armas de Torreón retratan el acontecer de esta zona. El legado europeo, la influencia del norte, el carácter laborioso e innovador y finalmente, la imagen del deterioro de una urbe que con dificultades mantiene el equilibrio.
En sus inicios, el paisaje urbano mantuvo las características de los asentamientos novohispanos. Con la llegada del ferrocarril fue más frecuente la construcción con acero y tabique industrial. Todavía podemos encontrar ejemplos de esta época en el centro de Torreón, Gómez Palacio y Lerdo.
La bonanza económica derivada de las actividades agrícolas forjó el rostro de una metrópoli pujante y moderna. La ordenada traza fue sello distintivo de la comarca. No obstante, la expansión derivada del crecimiento continuo de la población fue mayor que la capacidad de proveer de nueva infraestructura y espacios.
En las últimas décadas hemos sido testigos de una transformación sin precedentes en el entorno construido. Los parques industriales, las extensas zonas habitacionales y la continua introducción de nuevas vialidades han sido constantes. Las discordancia, la heterogeneidad, la diversidad y el caos aparente, característicos de la ciudad posmoderna, dominan el paisaje.
El giro hacia la industria y los servicios en el terreno económico, trajo aparejada la construcción de nuevos edificios. Entre las obras más significativas de los últimos años podemos señalar el inmueble de la planta Renault autoría de Ricardo Legorreta, y el campus de la Universidad Iberoamericana de Creixell, Ballina y Rovalo.
Hace no mucho que dos grandes centros comerciales modificaron sustancialmente la dinámica urbana, desplazando hacia el oriente la mayor parte de las actividades de servicio, y propiciando la concentración simultánea de un sinfín de nuevas edificaciones para hoteles, restaurantes y comercios de diferente índole sobre el eje del bulevar Independencia. El complejo deportivo sumado al nuevo Estadio Corona vino a consolidar esta tendencia.
Por otro lado la restauración del Teatro Isauro Martínez, la rehabilitación del viejo cine Nazas (hoy teatro del mismo nombre), del Casino de La Laguna y el Banco de México, encarnan el más reciente esfuerzo por mantener a flote el centro de la ciudad.
La contribución de los arquitectos locales en edificios de importancia ha ido en aumento. En un contexto donde las obras de mayor calado son realizadas por despachos foráneos, la paulatina incorporación del talento regional se ha hecho presente en las nuevas zonas habitacionales, los edificios comerciales y educativos.
Así, entre las creaciones fruto de la inventiva lagunera destaca el aporte de Antonio Méndez Vigatá para el campus del Colegio Cervantes. Este complejo educativo es un conjunto de bien diseñados edificios donde se privilegia el confort derivado del buen entendimiento de las funciones, las actividades, los materiales y la orientación, resueltos con notable calidad. Otras obras de este egresado del ITESM Campus Monterrey y la Architectural Association de Londres son el anexo del Teatro Isauro Martínez y el edificio para Graphi Mart.
El campo de la arquitectura es también terreno fértil para el desarrollo del talento de las mujeres. El trabajo de Cristina Treviño, titulada del Instituto de Ciencia y Tecnología de la Laguna y de la Universidad Politécnica de Cataluña, sobresale por su depurada calidad conceptual y un escrupuloso cuidado en el diseño...
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