EDITORIAL Caricatura editorial columnas editorial

La ley del embudo

GILBERTO SERNA RAMÍREZ

A esta legisladora sí que la agarraron con las manos en la masa, demostrando su habilidad para manejar su iPad que utiliza en medio de las sesiones que para discutir sobre las reformas a la legislación laboral se llevan a cabo en el recinto de la Cámara de Senadores.

Fue captada en pleno debate. Al parecer no le interesaba que en ese momento se discutiera sobre transparencia y democracia sindical. Todo lo que se dijera en el salón no era algo que le llamara la atención. Ella es hija de Carlos Sansores Pérez del que si la memoria me es fiel, tenía una casa en medio de la selva chiapaneca, a donde se cuenta llegó el entonces candidato a presidente José López Portillo quien se dijo al ver el esplendor de la vivienda "salgamos pronto de aquí, no vaya a ser que alguien nos vea" en plena campaña electoral, horrorizado de ver tanto lujo y dispendio económico, puertas y ventanas de la más rica madera, cristal de murano y candiles de cristal bohemia, un piano de cola una sala colosal, etcétera, daba para eso y para más el ser dirigente de un partido político, gobernador de su entidad, diputado federal, senador de la República y otras hierbas.

Sin duda que el tricolor de mayab gana en las elecciones, porque los yucatecos hicieron caso al consejo que siendo dirigente nacional del PRI les dio Carlos Sansores Pérez en un ayer no muy lejano porque aún la recordamos, lo que después se convertiría en una picante anécdota: en Mérida, durante un desayuno de trabajo, realizado en la casa del entonces gobernador de Yucatán, Sansores tomaba café mientras cruzaba comentarios con sus acompañantes en la mesa principal. Ordenaba apuntes, borradores y de seguro que en su mente tejía frases e ideas para dirigirse a los asistentes, lo hacía con el propósito de inyectarles vigor y amor por la camiseta tricolor que estaba a punto convertirse en trapeador. La atención de los meseros obviamente se centró en la mesa principal. Uno de los meseros colocó frente al, en ese entonces, jerarca nacional de PRI un bien rebosado platillo de huevos motuleños y sin esperar ni un segundo, Sansores lo levantó y alzándolo con ambas manos haciendo a un lado apuntes y borradores gritó con voz estentórea, mientras exhibía su contenido: esto es lo que les falta a los yucatecos para ganar las elecciones.

Decíamos que la abstracción de Layda se debió a una Tableta, que es un tipo de computadora portátil. Dice la nota que por espacio de una hora se mantuvo muy entretenida con su Tableta jugando Diamond Mine, que es el clásico juego de diamantes, del que se dice es un vicio sin desperdicio, pero todo indicaría que lo es si se toma en cuenta que a los legisladores se les paga por desempeñar el cargo. En este juego se deben alinear como mínimo 3 diamantes iguales para hacerlos desaparecer y conseguir puntos. Durante el tiempo que duró, hay quien asegura que la senadora entró en éxtasis que la llevó directo al limbo, no escuchando los alegatos de sus compañeros, acostumbrada a que esas cosas las resuelven unos cuantos que traen "línea, sin que a los que hacen "montón" se les tome en cuenta, como no sea para que levanten el brazo y eso sí, reciban puntualmente sus jugosas dietas. Eso le pasaba cuando militaba en el partido donde Layda, al igual que su progenitor, hizo carrera política.

Bien, pongámonos de acuerdo. Distraerse mirando al techo en un concierto musical no le veo nada de malo, aun el llegar a quedarse dormido; pero hacerlo cuando has recibido instrucciones de tu líder para que no les ganen el mandado, cuando está en la cuerda floja el futuro de millones de trabajadores, cuando es un trabajo que ya quisiéramos muchos, no podemos darnos el lujo de actuar imprudentemente. Es una estafa a la nación en el que ha incurrido la senadora. Su labor junto a sus compañeros es de una importancia tal, que el abandono de sus funciones, está a la altura del soldado que en tiempos de guerra defecciona de sus responsabilidades. Se llama traición a la patria. No tiene justificación alguna. A menos que alegue aburrimiento, eso se entendería. Es como ir a ver una película tan repetidamente que ya está harta, atiborrada, hastiada, de ver la misma trama, el espectáculo de siempre. En fin, seamos justos, la senadora no necesita escuchar que aquí se trata de aplicar la ley del embudo.

Leer más de EDITORIAL

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de EDITORIAL

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 801290

elsiglo.mx