El ingenio del ser humano es una herramienta que le ha valido la creación de maravillosas producciones que reflejan las formas de pensar y de sentir del artista, así como del medio en que se produjo el material. Entre el sinnúmero de muestras que existen están las vidrieras, o mejor conocidos como vitrales, que son una composición monumental de vidrio coloreado con motivos diversos, en los que predominan los de carácter religioso. Usualmente, este colorido arte se le adjudica al periodo gótico, sin embargo tiene raíces de la era tardo antigua e incluso de la antigua clásica.
Es aproximadamente en el año 1150 que los vitrales comienzan a tener un espacio más notable y a formar parte de la vida diaria del hombre. En un principio éste los veía con una connotación de divinidad, ya que la luz traspasaba el cristal e iluminaba la imagen, que le inspiraba algún tipo de enseñanza. Por tanto, los vitrales son parte fundamental del diario vivir del hombre en la edad media y de esta manera lo expone una de las vidrieras de la Catedral de Bourges en Francia, con la Parábola de hijo pródigo. Es así como las vidrieras tienen un auge en el periodo gótico, principalmente en Francia, cuyas obras culmen de este periodo en plenitud son los ciclos del coro de la abadía de St. Ouen de Ruan, fechados entre el 1325 y el 1338. Esta nueva forma de arte que suplió los murales que adornaban las iglesias anteriormente a la evolución a la arquitectura gótica. Los vitrales en su desarrollo se trasladaron fuera de Francia, primero a los lugares de lengua alemana como Praga, Austria, Nuremberg, entre otros. Las vidrieras alemanas tienen también una notable influencia de la pintura holandesa, obras representativas de esta corriente son los vitrales de la catedral de Berna que representan a los Reyes Magos, en la adoración. También el uso de los vitrales se trasladó a la Gran Bretaña, no con menos renombre, de este modo se aprecian las espléndidas obras de la Catedral de Canterbury, entre ellas se encuentra la genealogía de Cristo.
Las vidrieras son el resultado de un paso que dio la historia en el arte, ya que anteriormente en el periodo románico las construcciones estaban dispuestas de manera que la forma más adecuada de ornamentación era pintar frescos en los muros. Pero el cambio trajo consigo espacios abiertos que promovieron el uso de la luz dentro de las construcciones, es así como los vitrales son la pieza frágil pero perdurable dentro de las magníficas obras del periodo gótico. Lo cual también implica el uso y perfeccionamiento de la técnica sin dejar de lado la parte creativa y artística.
En este aspecto, las técnicas que se utilizaron para formar los magníficos ventanales pasaron de lo rudimentario a lo pulcro, ya que en un primer momento el uso de la soldadura de estaño era la única pintura que se aplicaba al material antes de vitrificarlo en el horno, pero de manera progresiva se fueron encontrando otros aditivos que convertían al vidrio traslúcido en vivas piezas rojas o azules, las cuales eran muy populares, al tratarse de un insólito método de dar colores que no habían sido vistos antes en los vitrales.
En la actualidad, las vidrieras son una muestra de exquisito gusto y de que no han pasado del todo, de su esplendor en recintos de diversos ámbitos. Como la patente prueba de que a pesar de su fragilidad tiene el ímpetu de la historia que los respalda.