Hace un par de años, los panistas se ufanaban de que Enrique Peña Nieto tenían mandíbula de cristal. Decían, muy seguros, que si Peña era candidato lo bajarían a golpe de escándalos. A cuatro meses y medio de la elección la distancia sigue siendo enorme, pero sobre todo al mismo tiempo que los jab y los uppercot no llegan, el equipo de Peña Nieto se ha encargado de ir ponchando los globos que podrían provocar escándalos.
Los candidatos tienen la horrible tarea de confesarse con su publicista. No es un acto de contrición y en él hay redención o perdón. Es un simple y llano ejercicio de prevención para conocer todos los puntos débiles, muchos de los cuales ni siquiera saldrán en la campaña, pero para los que hay que tener siempre respuestas y antídotos. El equipo de Peña Nieto ya comenzó a operar desactivando los posibles golpes que pudieran venir durante la campaña. No es lo mismo un escándalo manejado por los asesores del candidato de enfrente a 30 días de la elección, que un escandalito, controlado y manejado en casa.
Primero reventaron el escándalo del hijo fuera de matrimonio. Hoy todos saben que el candidato del PRI tienen un hijo con Maritza Díaz Hernández y no pasó nada. La publicación estuvo controlada, las respuestas del candidato estaban perfectamente planeadas y lo que pudo ser una bomba en plena campaña se convirtió en cohete de feria: sí tronó, sí hizo ruido, pero no dañó a nadie.
En estos días salió a la luz un libro con el sugestivo título de "Las mujeres de Peña Nieto" escrito por un periodista de sociales, Alberto Tavira. Lejos de ser un libro escandaloso es un libro (bastante mal escrito) que aplana todos los posibles escándalos y por el contrario habla de la relación de Peña Nieto con su madre y sus hijas de manera por demás hagiográfica. El libro se vende como una biografía no autorizada, pero tiene la autorización de publicar todas las fotos del álbum personal de Peña Nieto: fotos familiares, fotos de la escuela, fotos con las novias, varias y diversas.
El tema más delicado de la biografía política de Peña Nieto, la muerte de su esposa Mónica Pretelini, es despachada en el libro en una página. Contrario al lo que aparece en la entrevista con Jorge Ramos, en la que el candidato Peña Nieto no supo responder con claridad y certeza de qué había muerto su mujer, en el libro el diagnóstico es preciso (crisis convulsiva epiléptica), descarta la teoría del suicidio sin mayor trámite y convierte la narración de la tragedia en una telenovela que nada tienen que ver con lo que dicen los testigos.
Los priistas están haciendo una campaña impecable. Van a aprovechar la "veda" para reventar todos los posibles escándalos de su candidato para llegar a abril ligeros y sin flancos abiertos, concentrados en administrar la ventaja. Si PAN y PRD no dan un golpe demoledor antes de mayo que les permita bajar al candidato a niveles de 35 o 36 por ciento no habrá manera de que le toquen la mandíbula, aunque sea de cristal.
