Si uno de los propósitos de la reforma electoral de 2007 fue eliminar a los partidos pequeños, esos que la gente conoce como "morralla", la verdad es que el objetivo no se logró. Todos los partidos pequeños sobrevivieron la elección federal de 2012 y, de hecho, casi todos se fortalecieron.
El partido Nueva Alianza, que controla la maestra Elba Esther Gordillo, no sólo logró refrendar su registro, para lo cual requería de 2 por ciento de los votos en alguna elección federal, sino que lo hizo con la misma estrategia de 2006. Por enésima vez la maestra demostró ser una gran operadora política. Poco le importaba la suerte de su candidato presidencial Gabriel Quadri. El partido necesitaba a un candidato presidencial y Quadri fue tan útil como Roberto Campa en 2006. Pero el gran esfuerzo de movilización del partido se dirigió a las campañas por el Congreso.
Si Quadri obtuvo 2.3 por ciento de la votación presidencial, los candidatos a diputados por el Panal lograron 4.08 por ciento. No es común que un partido consiga casi el doble de votos para diputados que para presidente: más de 844 mil, para ser exactos. Casi puede uno escuchar la instrucción a los maestros para que votaran por los candidatos del Panal para diputados, pero por Enrique Peña Nieto para presidente.
Pero el Panal no fue el único partido morralla en sobrevivir a las nuevas reglas que obligaban a cada partido a obtener un respaldo explícito de los electores para mantener el registro y, por supuesto, el dinero público y los privilegios que éste trae consigo.
El Partido Verde consiguió 6.08 por ciento de los sufragios para diputados; el Partido del Trabajo, 4.55 por ciento; Movimiento Ciudadano, 3.99 por ciento.
No es menor el logro de refrendar el registro como partido político. Tan sólo del presupuesto del Instituto Federal Electoral, sin considerar el dinero que obtienen de aportaciones privadas, presupuestos estatales o cámaras legislativas, el Partido Verde está recibiendo este año 478.9 millones de pesos; el PT, 361.4 millones; el Panal, 352.2 millones; y Movimiento Ciudadano, antes Convergencia, 315.4 millones.
Es verdad que los partidos grandes reciben montos muy superiores. El PRI, por ejemplo, tiene 1,644 millones de pesos en este 2012. Pero los gastos de los partidos grandes son bastante mayores. El PRI tiene que mantener una estructura enorme en burócratas y edificios (ahí está como símbolo el enorme complejo de Insurgentes). Como negocio, la morralla es mucho más rentable.
Los beneficios económicos de los partidos pequeños se han incrementado en lugar de reducirse como consecuencia de la ley electoral de 2007. Ésta, de hecho, creó enormes barreras de entrada para cualquier partido nuevo, lo que genera un oligopolio que aumenta de manera significativa el lucro de las franquicias que ya existen.
No hay duda, sin embargo, que los partidos políticos pequeños están demostrando rentabilidad política. Quítele usted al PRI el 5.54 por ciento de votos que aportó el Partido Verde a la candidatura de Peña Nieto y éste habría estado a un paso de perder la elección. Sin el 5.13 por ciento del PT o el 4.23 por ciento del Movimiento Ciudadano, López Obrador habría estado tan lejos del ganador que de nada le habría servido protestar el resultado de la votación. El PAN acudió solo a la elección; pero, significativamente, la paliza que se llevó fue enorme.
Parece que la morralla está aquí para quedarse. Son un negocio rentable en lo económico y en lo político. El intento de la ley de 2007 por depurar la lista simplemente no funcionó.
CONCESIÓN
"Aun cuando estoy en fuerte desacuerdo con la decisión de la corte, la acepto [ … ] Y esta noche, en aras de nuestra unidad como pueblo y la fuerza de nuestra democracia, ofrezco mi concesión [… ] Lo cerrado de esta elección puede servir para recordarnos que somos un pueblo con una historia y un destino compartidos." Al Gore, 13 de diciembre de 2000.
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