Ya dejemos atrás las metidas de pata, verdaderos resbalones en que varias veces ha incurrido el precandidato del PRI, creo, en verdad les digo, que ya basta de agarrarlo de "puerquito" por el menor motivo. Está bien, no recordó los títulos de libros cuya lectura hubiera influido en su manera de pensar, tampoco supo el nombre del autor de una obra literaria cuya paternidad acabó por atribuir equivocadamente a una persona distinta. Luego, ya no se averigüe más sobre sus gustos literarios ya que está claro que la lectura no es algo que cultive con asiduidad, vamos, ni en la horas perdidas cuando se relaja el alma, fijando la mirada en lontananza, permaneciendo en fervoroso silencio en una tarde invernal cuando no hay nada qué hacer. Que pronunciaba mal al hablar la lengua de Shakespeare, no es inaudito nomás escuche a Barack Obama hablando en el idioma de Cervantes y se dará usted cuenta que los políticos no necesariamente deben ser políglotas para aspirar a dirigir un país. Es suficiente con que farfulle sus ideas con cierto grado de veracidad para que las masas populares reconozcan al individuo como un político capaz.
¿De qué nos asustamos, cuando que somos un pueblo que dedica más tiempo a la pachanga que a ilustrarse?, tanto chicos como grandes. Carecemos, la mayoría, de una cultura literaria. Si preguntan a cualquiera de nosotros cuánto tiempo, este año que acaba de concluir, dedicamos a cultivarnos mediante la lectura los resultados serán desastrosos para el orgullo que decimos tener. Basta el asomarnos, cualquier día de la semana, a las bibliotecas públicas de esta ciudad, verdaderos santuarios del saber, y encontraremos a muy pocos estudiosos que se preparan para el porvenir. Los libros permanecen en los estantes, mudos testigos de nuestra apatía e indolencia, con caras aburridas, en perfecto orden, alegrándose momentáneamente cuando en el dintel de la entrada aparece una persona que ¡0h! decepción volteando a ver una hoja que trae en la mano se da cuenta que se ha equivocado de dirección. Son modernos 'elefantes blancos' que parecen mausoleos (sepulcro que fue construido en honor a Mausolo, rey de Caria, actualmente Turquía). (El Mausoleo de Halicarnaso es una de las siete maravillas del Mundo Antiguo, de la que sólo queda el recuerdo).
El caso es que estoy leyendo que el representante del PRI ante el Instituto Federal Electoral, Sebastián Lerdo de Tejada, acaba de asegurar que los partidos que le son opositores están obsesionados en demeritar al precandidato priista Enrique Peña Nieto. Indicó que su partido político quisiera tener una contienda más dedicada a la disparidad de ofertas de los diversos contendientes, evitando la diatriba, la difamación y la guerra sucia, planteando su partido como estrategia la solución a los gravísimos problemas por los que atraviesa la República. Los "otros", como peyorativamente se refiere al PAN y al PRD, así como a sus precandidatos, están obsesionados en demeritar al precandidato priista. Esto es, la obsesión es una idea fija que no se puede alejar de la mente y que domina a la persona (s). Es posible que la obsesión arrebate a los opositores apoderándose de sus almas con tal vehemencia que no vean más allá de sus de sus propias narices.
El líder nacional del PRI demanda al IFE 'piso parejo', considerando que no deben existir criterios discriminatorios; que al aplicar criterios desiguales, el IFE está propiciando la inequidad en la disputa electoral. Eso, se dice en los medios, puede corregirse siempre y cuando los candidatos se pongan alerta para que los contrarios no aprovechen las facilidades que una conducta desinhibida pueda provocar coyunturalmente en beneficio de los otros. En la jerga de cazadores ponerse de "pechito" la presa le da ventaja al furtivo montero colocándose de modo que pueda ser abatida con cierta facilidad. En fin, pienso que deben rechazarse descalificaciones personales que por lo común van en desdoro de una contienda política cuando la competencia se da entre caballeros que se preocupan por el qué dirán.