La semana pasada se comenzaron a delinear algunas directrices de lo que será la política nacional, cuando menos en los próximos tres años.
El presidente electo de México, Enrique Peña Nieto integró un llamado “equipo de transición” que lo auxiliará en los siguientes días en las tareas para diseñar algunas directrices de lo que serán las políticas públicas de la administración que encabezará. Quedó claro que los nombramientos de lo que será su gabinete legal y ampliado se darán hasta que tome posesión del cargo.
Resultaría un exceso especular de cada una de las personalidades que presentó y los cargos que ocuparán, dado que todos virtualmente serán empleados del Presidente de la República y deberán gozar de su confianza; los mexicanos sin embargo esperamos una nueva cultura en la administración pública, donde la confianza, el profesionalismo y el compromiso con México estén por encima del “amiguismo”.
Es importante que en los cargos más relevantes se tome en cuenta criterios como la experiencia profesional, el nivel de estudios (con maestría o doctorado) de preferencia.
Es primordial también un gabinete con interlocución regional para que todos los ciudadanos del país sientan que pueden ir a plantear sus problemas a un funcionario federal y ser escuchados. En este contexto hay algunas personalidades norteñas de alto perfil en el equipo de transición, pero podría reforzarse con la presencia de algún ex gobernador que haya dado buenos resultados.
También es trascendente que los nuevos colaboradores del Presidente asuman un alto grado de compromiso con México. Si bien es cierto, Enrique Peña Nieto es el presidente legal y legítimo de los mexicanos no hay que vivir de triunfalismos.
La euforia que acompaña el triunfo de la elección presidencial se puede caer en las elecciones intermedias de 2015 (paso en 1997, 2003 y 2009), el partido del Presidente perdió la mayoría (absoluta y en algún caso relativa) en la Cámara de Diputados.
Otro aspecto no menos importante es que Enrique Peña Nieto debe construir una agenda política con un perfil propio para consolidar su liderazgo. Ya se ha hablado en prensa de éntrale de lleno a las reformas estructurales (laboral, fiscal); al combate a la corrupción de los servidores públicos; a fortalecer el IFAI (Instituto Federal de Acceso a la Información Pública); a trasparentar la relación de los órganos del Estado con los medios de comunicación; a la reforma del Congreso (reducción de legisladores). Todo eso es bueno para empezar, pero hay que construir una oferta política propia que impacte directa y favorablemente en el ciudadano.
Hay cosas nuevas que el país requiere: hay que entrarle de lleno con los jóvenes, creando quizás una Secretaria de la Juventud; hay que facilitarles el acceso a Internet a los estudiantes cuando menos en las universidades y bibliotecas; hay que fortalecer el municipio que ha estado abandonado en los últimos 12 años; hay que entrarle a la reforma política del DF y sumar a las izquierdas; hay que pensar en figuras jurídicas nuevas como los “Institutos Nacionales” como órganos constitucionales ciudadanos y autónomos (con competencia federal y local) en algunas materias como responsabilidades administrativas, electoral, derechos humanos, transparencia y acceso a la información pública) ya que el rezago en la materia local en esos temas es más que evidente.
* El viernes 7 de septiembre los líderes de las izquierdas, Jesús Zambrano, los gobernadores perredistas y Jefe de Gobierno electo del DF realizaron una reunión cumbre donde expresaron que acatarán la sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial respecto a la elección presidencial.
Saludamos la actitud madura de los líderes de las izquierdas, hicieron lo correcto pensando en México y en mantener a su partido como una organización que respeta las leyes y el orden constitucional. En contraste, el domingo 9 Andrés Manuel López Obrador en el DF durante un mitin con sus simpatizantes expresó que se separaba del Frente Progresista para formar su propio partido político; sería su 4º. partido después de haber militado en el PRI, PRD, PT (en 2009), y ahora otro o más.
En realidad lo que busca AMLO es el apoyo presupuestal del financiamiento a partidos en los próximos 6 años, para en 2018 buscar de nuevo la candidatura presidencial. No parece una ruptura definitiva, sino una sana distancia.
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