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La otra elección

GABRIEL GUERRA CASTELLANOS

Mientras los mexicanos seguimos consumidos por el resultado, secuelas y desenlaces de la jornada presidencial del pasado primero de julio, cerca de nosotros, allá traslomita, se preparan para lo que será su propia elección.

La economía más grande del mundo, la superpotencia militar indiscutible, llega debilitado a este momento. Las consecuencias de la mayor crisis financiera moderna siguen pesando no solamente sobre los presupuestos públicos, sino también en la realidad y la percepción (tal vez más importante esta última) de empresas y consumidores estadounidenses.

La economía no acaba de despegar los pies del fango en que quedó metida tras los excesos de gasto en que incurrió George W. Bush en su loca "guerra contra el terror" y luego la administración de Barack Obama en su keynesiano intento por reactivarla antes de que cayera en terapia intensiva. Visto a la distancia y a la luz de lo que hoy acontece en Europa, se puede argumentar que los a veces descontrolados esfuerzos por inyectarle dinero a la economía estadounidense durante la crisis no dieron tan mal resultado: aunque a paso de tortuga, el PIB crece, y si bien el desempleo no disminuye, tampoco se ha disparado. Los bancos están razonablemente sanos, o al menos no en las dificultades que enfrentan los europeos, y no se avizoran problemas de liquidez ni del sector público ni del financiero. Muy lejos los días en que el colapso del gigante parecía inminente, y con él también el del resto del mundo.

Cosa curiosa, hoy el debate norteamericano parece estar a años luz de la crisis de lo sucedido hace cuatro años, y los republicanos han demostrado una gran habilidad y cinismo para echarle la culpa a Obama del estancamiento económico, mientras que el presidente no logra armar una narrativa convincente de por qué él fue el que rescató al país del abismo. Paradójico, el gran orador que hoy vive en la Casa Blanca no ha sido capaz de elaborar SU gran discurso, ese que haga ver a sus compatriotas lo que ha logrado en estos 36 meses.

Escribo "sus compatriotas" y me doy cuenta del error en el que incurro al usar ese lugar común. Parte del problema de Obama es que muchos estadounidenses lo ven lejano y aislado. No sólo como quien siente a sus gobernantes en la burbuja del poder o de la riqueza, sino peor, lo sienten diferente, distinto, ajeno a la realidad de sus vidas cotidianas. Esto tiene en su raíz la cuestión racial, indudablemente intensificada por una campaña de mala voluntad de sus adversarios que desde un principio buscaron dañarle con la falsa especie de que Obama no habría nacido en EU. No obstante los desmentidos oficiales y las evidencias que demuestran lo contrario, el rumor persiste y hay quienes hacen de eso profesión de fe. Y así se arman las leyendas: el presidente negro con nombre y apellidos raros, con tendencias "socialistas" y que ni siquiera nació en EU no puede ser considerado compatriota, ni paisano ni "uno de nosotros". Esto va mucho más allá de ideologías o filiaciones partidistas, toca las fibras más sensibles e irracionales de la psique norteamericana, y no hay gestión ni retórica presidencial que pueda contra ellas.

Es una lástima que tanto se reduzca a ese nivel de simplismo, porque en esta elección se enfrentan verdaderamente dos visiones alternativas de lo que debe ser el papel del gobierno, del Estado, en la vida de los ciudadanos, y no sólo en la parte de la economía, sino en cuestiones de derechos sociales, de libertades individuales y responsabilidades empresariales. En un atinado editorial, la revista inglesa "The Economist" se ocupa de este tema, que es crucial para EU y para tantos otros países que no le encuentran la cuadratura al círculo de hasta dónde deben llegar los gobiernos, hasta dónde replegarse para darle su espacio vital a las sociedades, a los ciudadanos, a los empresarios, a los pensadores y creadores.

Lamentablemente ni Obama ni Romney tienen las capacidades y credenciales de los dos presidentes que sacudieron, cada uno en su momento, el statu quo norteamericano. Reagan y Clinton están lejos, muy lejos, de las mentes y las ideas que rodean a los dos candidatos presidenciales. El asunto da para más y la presidencia de EU requiere de mucho más de lo que hemos visto hasta ahora.

(Internacionalista)

Twitter: @gabeielguerrac

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