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La palabra original

JAVIER GARCÍA-GALIANO

Inspiración en el interés público, responsabilidad, búsqueda de la verdad, de permanente justicia y del cumplimiento de los derechos humanos...

No siempre se recuerda el primer libro que se leyó. También se ignora con frecuencia la procedencia de aquellos cuentos que parece conocerse desde siempre, que se cree que todos recuerdan, que son más que una alusión o una remembranza de la infancia.

Algunas de esas historias han permanecido en un solo lugar, otras han acompañado a aquéllos destinados al éxodo, y otras han transmigrado infinitamente en la geografía y el tiempo, de versión en perversión, de la invención verbal a la memoria, de la tipografía al cinematógrafo.

Esas historias podrían demostrar que uno de los orígenes de la literatura puede hallarse en la conversación. Hechas de palabras simples, de formas coloquiales de narrar, de asombros anunciados con frases reiteradas como "érase una vez..." esos relatos que han sucedido en el fuego del hogar derivan de la imaginación popular, de parábolas comunes, de expresiones que contienen una mitología.

Fue quizá la búsqueda de la palabra original, que puede preservarse en esos cuentos, lo que incitó al bibliotecario del rey de Westfalia, Jérome Bonaparte, Jacob Ludwig Grimm, un hombre memorioso, "de complexión pequeña y vivaz, con una voz severa que hablaba un dialecto amplio de Hesse", y a su hermano Wilhelm Karl, "un joven jovial, desacostumbradamente animado", a transcribir y compilar esos relatos orales. Su obsesión por el idioma los condujo asimismo a emprender la creación de gramáticas, la de una historia del idioma alemán y la de un diccionario alemán, que al morir Jacob Ludwig, en 1863, comprendía hasta la letra F.

La edición de sus transcripciones de esos cuentos abundaba en notas y conjeturas filológicas, en observaciones eruditas, en versiones que pretendían importar la historia de las versiones de esos cuentos más que un entretenimiento tradicional. Cuando se despojó a esas transcripciones del examen acucioso, recobraron algo de su encanto elemental y se convirtieron en un libro familiar, en una costumbre obligada, en una referencia común.

Los hermanos Grimm no han sido los únicos que han intentado compilar relatos tradicionales, pero terminaron por ser parte de su trama y acaso dos de sus personajes. Sin remedar a las fábulas ni inferir moralejas, esas narraciones parecen sugerir ciertas enseñanzas morales, quizá semejantes a las parábolas y a los ejemplos del Infante don Juan Manuel. No han faltado quienes las consideren "educativas". Sin embargo, mantienen una ambigüedad que refuta esas supuestas enseñanzas y muchos de sus personajes que las habitan, como las brujas, las hadas, los seres imaginarios, han modelado los sueños y terrores de muchos niños como una pesadilla.

"Casi todos mis trabajos", escribió Jacob Ludwig Grimm en su autobiografía, "han sido dedicados, directa o indirectamente, a la investigación de nuestro lenguaje, poesía y leyes antiguos. Esos estudios pueden haberle parecido a muchos, y pueden seguir pareciéndolo, inútiles; para mí han sido siempre una tarea noble y ferviente, definitiva e inseparablemente unida a nuestra patria común, y pensada para alentar el amor hacia ella. En esas investigaciones, mi principio ha sido siempre no menospreciar nada, sino utilizar lo pequeño para ilustración de lo grandioso, la tradición para la elucidación de los monumentos escritos".

La noche antes de morir, a Jacob Ludwig Grimm le fue revelada la primera palabra que se pronunció en alemán.

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