Es de lo más lógico que quien ha destacado en el terreno que sea, busque ansioso y visceral dejar para ahora y la posteridad una imagen que lo perpetúe, a mayor razón si se trata de un político que por lo común carece de la suficiente serenidad para darse cuenta que el único homenaje válido es el que podrá recibe de un pueblo al que hubiera servido con honestidad y esmero... no se requiere más. El acudir a la estrategia de hacerse pintar al lado del busto de un héroe patrio no le traerá mayores lauros que aquellos que le hayan otorgado sus logros de lo hecho en beneficio popular. A mayor razón cuando aun el pintor del lienzo da la viva impresión de que reniega de su propia obra al escribir en su cuenta de facebook: "muchas veces, como artista tienes que hacer cosas que a lo mejor no son de tu agrado y te cuestan mucho". Ahora bien, no cabe la menor duda que el lavado de manos que pretende hacer el pintor en la elaboración de su trabajo está fuera de lugar dejando ver que el retrato al óleo de cuerpo entero que realizó no es un homenaje al personaje, ya que pintar es sólo su trabajo, lo que es del conocimiento de todo el mundo.
Otro cantar fuera que siguiendo el ejemplo de Judas Iscariote hubiera arrojado las monedas que le pagaron a una institución de beneficiencia, lo que demostraría que en realidad está afligido, al escribir: "Muchas veces, como artista tienes que hacer cosas que a lo mejor no son de tu agrado y te cuestan mucho... (en cambio hay) otras amorosas que fluyen sin fatigas. Son los gajes del oficio, realizar tu trabajo con tu mejor esfuerzo y la mayor honestidad." A mi manera de ver las cosas no tenía por qué dar explicaciones con el pretendido afán de justificarse o defenderse de las imputaciones que le habrán formulado al través de facebook. A él le encargaron un trabajo, ya que a eso se dedica para vivir y no se puede decir que no sea una labor honesta. Que el retrato haya levantado un muro de críticas por haber captado un personaje de la farándula política que no es monedita de oro.
Lo que pudo haberse dicho con ánimo de crítica es que es demasiado pronto para juzgar la labor de un sexenio, hay que dejar que se serenen los ánimos con el transcurso de los años para que sean otras generaciones las que sopesen el trabajo que como presidente realizó Felipe Calderón Hinojosa. En nuestros días es demasiado pronto para aquilatar la labor del recién retirado mandatario. Está muy cerca lo que hizo Calderón, en un malhadado afán por combatir al crimen organizado, para saber a ciencia cierta si las medidas fueron o no acertadas. El tiempo lo dirá. Que mandó hacer tres retratos al óleo de su persona con un costo de 754 mil pesos; bueno creo que si el costo lo cubrió de su bolsillo no existe problema alguno. Alguien diría es que se quiere mucho a sí mismo, que es un narcisista de la política pues goza viendo su imagen. Pero más allá de la época que atravesamos, que no es de las que permiten el culto a la personalidad en trasnochada monarquía, donde un rey es la ley, aquí contrariamente tenemos en teoría un sistema democrático en que sus autoridades reciben el poder que dimana del pueblo.
El retrato de Calderón es de cuerpo entero, recargado en un pedestal que tiene el busto de José María Morelos y Pavón que está de perfil mostrando el paliacate que cubría su cabeza. Por cierto, el pintor que realizó la obra se llama Santiago Carbonell que reside en Querétaro, quien nos dice después de narrar lo que hizo, señala que en la cabeza, cuya escultura descansa en un pedestal, destaca la redonda marca que deja un balazo. Si esto último es cierto, que no tengo razones para ponerlo en duda, es una falta de respeto que es raro nadie hubiera notado antes. La marca ¿es nueva o vieja?, nadie me supo decir. Es del todo posible que los rencores que despertó el héroe hayan sobrevivido al paso de los años o que el escultor del busto haya querido dejar constancia de cómo ocurrio su muerte, lo cual no deja de ser una soberana tontería. Por último, cabe decir, que el retrato se colocó al lado de quien lo antecedió en el puesto. En fin, terminauna época sin pena ni gloria.